domingo, 23 de abril de 2017

La luz de mis ojos





                                               La luz de mis ojos



Cuando cae la tarde, en la franja violácea que separa el día de la noche y el silencio envuelve todas las cosas, salvo la clara certeza de que ya no te tengo… entonces mis pensamientos se agitan con algo muy parecido al desconcierto. Y como siempre, sigo levantándome a la misma hora, haciendo lo que suelo hacer siempre, porque soy una mujer sosegada menos cuando te pienso.

No siempre fue así, donde ahora hay costumbre, antes hubo esplendor: recuerdo aquellos no tan lejanos días gloriosos, cuando nuestras miradas apuntaban hacia el mismo esperanzador horizonte situado en el eje de aquel presente ya pasado, y con idéntica pasión gozábamos de casi todo, de las cosas grandes, de las cosas chicas; si ahora desfilaran de nuevo ante nuestros ojos pasarían desapercibidas, sombras veladas de lo que fueron. Quizás yo misma también sea una parodia, mueca de una pasión, ya pálpito inútil.

                              Él era la luz de mis ojos.

Mis amigas insisten en que tengo que salir, así, de modo imperativo. Como las quiero mucho accedo a sus cariñosas exigencias y me disfrazo de otra mujer casi guapa, casi alegre, casi viva.

En la fiesta, hago como si nada me afectara: sonrío cuando escucho a la concejala de festejos subir taconeando la tarima, y decir… no sé qué dice, lo de todos los años, supongo. La gente aplaude. Miro al músico soplador de micrófonos, probando, probando, un, dos, un, dos. Más tarde  levanto los brazos y coreo al grupo “Tekila” y su eterno Rock and Roll en la plaza del pueblo.

Ahora veo  a un hombre tan enano que roza el suelo. Lo conozco bien, más aún cuando niega, o reniega. Sujeta por la cintura a la bonita muchacha que tiene al lado, la mira como solía mirarme, del mismo modo y manera. Murmura algo a su oído, ella ríe, ríe, ríe…  y aunque su risa no se escucha con el barullo de la música, reconozco la alegría de sentirse deseada en  su cabeza inclinada hacia atrás, en  la curva perfecta de su cuello y los ojos iluminados de él cuando la admira. Se enciende el cielo  con los fuegos artificiales encuadrando de manera intermitente a la pareja que forman una sola figura. Ya no escucho nada... ni los petardos, ni el parloteo, ni la bulla del gentío, ni a mi amiga con un ¡será cabrón!, ni a la otra con un ¡anda, vámonos de aquí!

Él era la luz de mis ojos, ahora  hay un silencio espeso que envuelve todas las cosas.


     

26 comentarios:

  1. Me ha impresionado mucho el lirismo de este relato. Has tocado mi vena más romántica, que ya sabes que la tengo muy desarrollada. Qué bien has descrito el dolor de la pérdida, ese disfrazarse de mujer normal y cómo una simple escena, una pareja bailando, derrumba todo en un instante. Precioso, Isabel.

    Un beso muy grande

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    1. Gracias querida Ana. No es fácil hablar de un dolor, o de un engaño, se nos puede ir la mano al drama fácil. Espero haber sabido comunicar lo que sentía, o pudo sentir, la mujer de mi relato. Yo creo que todos y todas nos hemos sentido así alguna vez ¿no?... no hace falta que contestes Ana.
      Un beso. Gracias Anita.

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  2. Precioso relato y con una música maravillosa. Un abrazo

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    1. Muchas gracias María del Carmen, por tu lectura y comentario. Un abrazo.

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  3. Me gustan un monton las figuras que utilizas y lo fluido de tu texto. Ese momento en el que sentimos que perdimos hasta la luz. Un saludo!

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    1. Gracias Ren Solleiro, me alegra mucho que te gustara un montón.
      Leí tu reseña sobre inventar varias formas de quemar libros. Tengo guardado tu texto para comentártelo con calma desde que pueda. Saludos compañero.

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  4. "Ahora veo a un hombre tan enano que roza el suelo". Esta simple frase, esa comparación exagerada como cargada de significado resume toda la resignada amargura de ella. No solo es la pérdida, sino ver qué las miradas, besos y palabras al oído que en su día iban dirigidas a ella, ahora se dirigen, con una insoportable complicidad, a otra. Frente a ese sentimiento de abandono no hay fiesta que valga, todo lo que te rodea no es más que un molesto ruido, porque ella quiere silencio, soledad y olvido. Un relato rotundo. Un abrazo!!

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    1. Eres muy bueno leyendo David y acertado comentando....vas directo al corazón del texto y lo analizas con certeza.
      Graciasssssssssss

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  5. Me gustó mucho, Tara, muy bien expresados los profundos sentimientos de nostalgia.
    Besos.

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  6. Qué caray! Es lo que tiene convertir a alguien en luz, cuando se va no puede más que dejarte en oscuridad... a menos que sepas brillar. A ver si las amigas dejan de ser tan imperativas, que ya saldrá ella por su cuenta de su silencio (o de su encierro) cuando otras cosas dejen de hacerle ruido. Bonito texto, Tara! ¡Un abrazote!! ;)

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    1. Pues sí, ese justamente es el problema, hacer brillar a quien posiblemente no se lo merezca. Bueno, las amigas quieren ayudar y hacen todo lo posible aunque no respeten el periodo de "duelo".
      Abrazo grande Fritzy, me encanta verte por aquí (y escribiendo por allá)

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  7. Lo he leído con la música de Einaudi de fondo, me encanta y es el marco adecuado para un relato que habla de pérdida y de la tristeza que no desaparece, que se esconde pero sigue ahí, presente, añorando al que se fue, y duele, como duelen las palabras que has usado para transmitirlo en tu texto, las adecuadas para hacerme sentir la pérdida de alguien querido, alguien que ya no acompaña en el día a día, alguien que no está.
    Un abrazo y que tengas un gran día

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    1. La tristeza de la pérdida y el desencanto del engaño, eso quise contar. Gracias Conxita, te deseo buen día, buenos días, también para tí.

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  8. Qué difícil se torna la existencia cuando se cae en la costumbre de lo cotidiano sin el cielo que se tenía, cuando se ha tornado en una mujer sosegada. Pero sin embargo aún lo piensa. Y, llevada por sus amigas, le ocurre lo peor que podría pasarle: lo ve con otra. En la descripción que hace de esa mujer que la ha reemplazado, se pueden ver los destellos de nostalgia, ya no escucha nada, pareciera que le urge la necesidad imperiosa de alejarse de la escena.
    Una delicia de texto en el cual abres las puerta para que nos asomemos a los sentimientos de esa mujer.
    Doloroso, Isabel, pero narrado con belleza.
    Enhorabuena!!
    Ariel

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    1. La belleza y el dolor, a veces mezclados... son dos ingredientes que tu sueles dominar en tus escritos, supongo que es un registro con el que te sientes identificado.
      Gracias Ariel, amigo.

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  9. Es curioso como cambia la estructura del relato conforme avanzan los sentimientos de la narradora. Al principio empieza en presente y segunda persona, dirigiéndose al que fue la luz de sus ojos. Cambia después a pasado pero se mantiene la segunda persona. Pasa luego a primera persona y pasado y sigue ya así hasta el final. Y todo ello manteniendo la coherencia en todas las fases del texto. No se si es intencionado pero se aprecia con ello la distancia que la protagonista va tomando respecto al hombre, hasta que al final lo empequeñece con ese "hombre tan enano que roza el suelo" y a pesar de ello sigue envuelta en la oscuridad, o en ese silencio espeso que envuelve todas las cosas, contraste entre la vista y el oído aunque ambas sensaciones (oscuridad, silencio) reflejan la ausencia de sensaciones en una vida que ha perdido el horizonte. Muchos matices en poco espacio, un texto muy rico.

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    1. Me encanta que te fijes en todos los detalles Jorge. Ya deberías conocer mi manera de escribir (por el tiempo que ambos llevamos leyéndonos mutuamente), y una de mis características es cambiar de tiempo verbal y dar saltos cuantitativos del pasado al presente, y al revés. Puede que a la RAE esto no le parezca correcto :) pero a mi me gusta experimentar y ser poco lineal en este sentido.
      Gracias Jorge, siempre es un placer contar con tus comentarios.

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  10. Las luces se apagan, Tara, pero las canciones de Tekila siempre estarán ahí. Habría quedado bien una para encabezar la entrada, ¿no? Ha estado genial el último párrafo, ilustra mucho lo que es la vida. Al menos, en mí ha evocado muchos cierres de fiestas con mejor o sabor de boca.

    La luz de mi vida soy yo desde hace años, ¿sabes? A ver quién es capaz de soplar ahora y apagarla.

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    1. Hola Holden, generalmente no suelo poner música con letra en mis cuentitos (aunque siempre hay alguna excepción), sobre lo de que la luz de tu vida eres tú, así deberíamos de ser todos, estemos o no en pareja, y no depender tanto del otro/otra para brillar... vamos, digo yo :)
      Ya veo que has subido algo... voy a ver...

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  11. El dolor de la nostalgia, de los momentos compartidos e irrecuperables con el ser amado perdido. Horizontes rotos de un pasado que se torna oscuro en el presente.La insoportable visión con "otra" entre luces y sonidos festivos ajenos a la melancolía de la protagonista, lejana, extraña entre celebraciones, cuando no tiene nada que celebrar. Maravillosa música, como el texto. Un abrazo.

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    1. Tú lo has dicho... la insoportable visión de un engaño.
      Gracias Jose, justamente estaba leyendo tu aporte de YIN YANG, lo acabo de guardar y ya te diré.
      Un abrazo Jose y hasta muy pronto.

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  12. Es curioso. A medida que avanzaba en el relato, ha ido cambiando la idea que tenía sobre la persona/objeto de la declaración. Al principio pensé (no me preguntes por qué) en una relación materno/paterno filial. Luego comprendí que se refería a una relación amorosa pero en la que el sujeto, había muerto o se había marchado para siempre (por algún motivo) Y solo después comprendí el engaño (nunca mejor dicho) y quizás eso fue lo más impactante, porque resolví precisamente el verdadero impacto que ese engaño tenía en la narradora. Muy visual en la frase "veo a un hombre tan enano que roza el suelo" Casi estoy viendo los rayos divinos partiendo de sus ojos y clavándose en la nuca de la pareja que baila. Ay si los celos matasen… Por cierto: sé lo que dices de cambiar los tiempos verbales a tu antojo, ja, ja. Ya te leí en Villa Herbania y conozco tu forma de escribir. Y tienes mucha razón: puede que a los expertos les chirríen, pero yo creo que ya son una marca de la casa, un estilo que hace los textos mucho más tuyos. Y el final: a la luz, se opone el silencio (no la oscuridad), el acallar las risas, la fiesta, el bullicio y la alegría, engullidos por algo espeso, enfermizo casi.
    Un fuerte abrazo, compañera

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  13. He leído el relato a la luz de tus ojos..., y es verdad lo que dices Isidoro, las primeras líneas parece que cuenten sobre alguien que se ha muerto (lo escribí de manera insconsciente), pero sí, supongo que la mujer habla también de la ausencia de quien de alguna manera se ha muerto. Está sobrellevando su luto, creo .
    Un abrazo Isidoro, de los fuertes fuertes.

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  14. Solo las personas sensibles reconocen la sensibilidad.
    Te has parado Seúl, justo en uno de los relatos que más alma, o más intención he puesto, así que te lo agradezco doblemente.
    ¿Por dónde puedo leerte compañero?

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