sábado, 19 de octubre de 2019

Soy tu hombre




                                                               

                                                                           Soy tu hombre



    —Si quieres un esclavo, aquí me tienes. Boxearé en el ring que me pidas.
    —¿En serio?
    —Soy tu hombre y tú, mi Diosa.
    —¿Sabes que una vez soñé con Dios?
    —¡Pero si eres atea!
   —No debería extrañarte, en mi familia hay antecedentes... a mi abuela se le apareció la virgen, me lo contó una tarde mientras cosía. Dijo: “Iba vestida de azul sentada sobre una nube, alcánzame las tijeras, niña”.
    —¡Caramba!
    —Tenía un costurero grande de raso pajizo que parecía un poema lorquiano de lo bonito que era y donde había que bucear para encontrar el dedal o la cinta métrica. Mi abuela pronunciaba con la misma naturalidad tijeras que virgen, como si las dos palabras tuvieran la misma composición y estructura.
    —Ven aquí anda, déjate de dioses y de vírgenes, y dime cómo te fue en la prueba.
    —Me cogieron de puerta. Laura dice que tengo que soltarme en el escenario, por algo hay que empezar... ¿Me estás escuchando?, mejor se lo cuento a ella, acaba de llegar. Venga..., duermete un rato.

    —¿Sabes Laura que a mi chico le aburro?, se le cerraron los ojos mientras le contaba lo de la dichosa prueba.
    —¡Qué capullo!
    —Hizo como que escuchaba. Al enfadarme me soltó un “soy tu hombre, muñeca, no te obsesiones. Me intereso en la misma medida por tus caderas que por tus pequeños problemas”
    —La palabra obsesión debería estar prohibida. ¿Somos amigas o no?, cuéntame que tal te fue.
    — Hago de puerta.
    — ¿De puerta? ¡No me jodas!








                                       250 palabras

                                       Tara - Isabel Caballero