NOTA FALSA
Las
poleas oxidadas del ascensor de cancela de hierro avisaban de la llegada del profesor de violín. Me tocaba con la misma pasión que a su instrumento meciéndose sobre las puntas de los pies
a ritmo de Paganini, con los ojos cerrados y las alas abiertas. Cuando yacía conmigo estaba prohibido
cualquier clase de perfume que
disfrazara mi fragancia de mujer, porque le encantaba oler mi excitación, meter
su nariz en el hueco de mi cuello, en mis axilas, en los pliegues de mi cuerpo,
hasta que mi sexo reclamaba un ven aquí ya. ¡Ya!
A
mis hijos no les hacía ninguna gracia que el virtuoso
pasara tantas horas con su madre. Cuando les conté que se quedaría a vivir
conmigo se enfadaron.
—¡A
vivir de ti!, ¿pero no te das cuenta de qué es un aprovechado? —se enfadó el mayor.
—Y
quince años más joven que tú, mamá —soltó mi hija, la empoderada, la que se sabe de memoria el
manifiesto surrealista y los dineros que tengo en el banco, que no son pocos.
El
portero puso una nota avisando que el ascensor estaría unos días inoperativo, y
que pronto vendrían a hacerle una revisión a fondo.
A
mí ya
me da igual como suene el jodido ascensor asmático. A mí ya todo me da
lo mismo desde que mi cariñoso profesor no viene a verme.
Cuando
el operario encontró su cuerpo, mis hijos
se miraron entre ellos. Un gesto
apenas perceptible, una leve nota falsa de violín.
Isabel Caballero
250 palabras