jueves, 18 de noviembre de 2021

EL CHUPACABRAS

 










Con dos te veo

  Con cinco te encanto

La sangre te bebo

El corazón te parto

 

 

A petición de la mujer del cabrero, la santera hizo un amarre con aceite de pardela, un cacho de la placenta seca del último parto del  hijo del matrimonio, y un puñado de  pelos de la alimaña enredado  sobre el lomo de una de las cabras.

—Entierra el atado en el corral, y no olvides decir el rezado que te enseñé durante siete días seguidos.

—¿Cuánto se le debe, Señá Lugina?

—Ya me pagarás la voluntad cuando se muera el animal y tus cabras queden salvas.

Justo a la semana, el cabrero, yendo con sus cabras por el monte cayó por un barranco. Solo y sin auxilio, murió desangrado de sus múltiples heridas.