viernes, 7 de mayo de 2021

El extraño caso del hombre con antrogafefobia

 





                                                 El extraño caso del  hombre con antrogafefobia



Don Jacinto padecía  de alergia primaveral. Además  de tener aversión a las flores, sufría cierta  ansiedad, pues tenía merecida  fama de gafe.

Sus compañeros intentaron  animarle.

—Ahora, ya jubilado,  podrás dedicarte al arreglo de   bonsáis.

—Quita, quita, ¡se me está agravando la puñetera antrofobia! —respondió.

Al término  del ágape tomó aire dispuesto a soltar el  discurso memorizado. Cuando iba a pronunciar sus primeras palabras, los pétalos de flores del centro de mesa se desprendieron de sus corolas, levitaron unos segundos para asombro de todos y fueron a parar a la cara del disertador. Una margarita colgaba de su bigote y de los escasos pelos de su cabeza, rosas y jazmines.

A la espera de que estudiaran su extraño caso no salía de casa dada su mala suerte.  Asomado a la ventana para tomar el  fresco, una  maceta de geranios  cayó  desde la terraza del ático sobre su cráneo matándolo al instante.

Desde los parques y jardines; desde los puestos de flores; desde las macetas de  balcones y ventanas…, volaban toda clase de flores hasta cubrir por completo el coche funerario. Más bien parecía una alegre romería que un cortejo fúnebre.

En el cementerio,  las coronas procedentes de otras tumbas  se estrellaban   contra el nicho de don Jacinto. Las autoridades, alarmadas,  decidieron exhumar e incinerar el cuerpo, esparciendo después  sus cenizas en altamar.

Algunos  navegantes cuentan sobre el misterioso avistamiento de  un cada vez más    creciente círculo de colores flotando entre las olas. El olor a flores nadie lo puede explicar.




                                                                              250 palabras

                                                                             Isabel Caballero