domingo, 7 de mayo de 2023

Cosas que pasan

 


                       Susto-sobresalto-angustia-alivio-vergüenza-desconcierto-asombro-sorna-resignación




En la última rotonda antes de la parada final, un coche como el de mi madre se ha estampado contra ella. Una mujer  está tendida en la acera rodeada de personas.

—¡Mamá, mamá! — grito angustiada desde la guagua.

Todo los pasajeros a una exclamaron: ¡Pare guaguero!

—¡Qué Dios te ampare! —dijo alguien.

Corro con el corazón a mil hacia mi pobre madre atendida por un socorrista. Me mareo. Arenas movedizas.

¡Anda!... si no es mi madre, aunque se parece.  Siento alivio y también remordimientos por la accidentada. Intento explicar   el equívoco, pero me da vergüenza.


—Es que creí que…

—Tranquila, no te preocupes.

Se escucha la sirena de la ambulancia, la guardia civil y el tercio de caballería. Me incorporo   mareada aún intentando  escapar sin que nadie se entere. Desde que la metan en la ambulancia, me piro, pensé. Suben a la mujer en una camilla y yo con ella pues no me suelta la mano. Cierran la puerta  y arrancan.

—Esta mujer no es mi madre —le digo al socorrista. Le cuento todo, abre muchos los ojos.

—Me quiero bajar

—Ahora no podemos parar.

La  señora tiene un bulto en la frente y ojos desconcertados. No me suelta la mano.

—¡Pobrecita! ¿Y su familia ya lo sabe?

—Creíamos que su familia eras tú —replicaron con cierta sorna.

El socorrista le pregunta el nombre. No contesta, solo me mira a mí.

—¿Cómo se llama? —le pregunto.

—Soy mamá.

—¡Vaya por Dios! —suspiro resignada acariciando la mano de mi madre postiza.

 


                                                                                                                             250 palabras