Los viajes de Alicia
Al principio, cuando empecé a crecer, nadie le dio importancia. Mi madre decía que era normal después de unas fiebres dar el estirón, así que me bajó el vuelto de las faldas pero al poco tiempo tuvo que comprarme ropa nueva; pronto volvió a quedarme todo pequeño. El doctor dijo que era una muchacha demasiado alta para mi edad, por supuesto no creyó que hubiera crecido tanto en tan pocas semanas, creía que mi madre exageraba. En posteriores visitas y después de innumerables pruebas dictaminó gigantismo.
Mamá seguía pensando que era una chica esbelta sin el muy. Pasaba las hojas de las revistas de moda mojando el dedo índice, un gesto que nunca he soportado, daba pequeños golpecitos sobre las modelos diciendo: —¿Ves?, ¿las ves? ¡Son todas taaan elegantes! —y añadía ilusionada un ¡hija, imagínate recorriendo las pasarelas del mundo entero!
—No me gusta nada viajar.
—¡Bah! Tonterías, solo tienes que ponerte derecha y aprender a dar un paso detrás de otro sin mover las caderas.
Se negó a que me hicieran más exámenes, como si inclinarme para no tropezar con los vanos de las puertas fuera normal. Cuando mi cabeza casi rozó el techo intentó apuntarme en algún equipo de baloncesto.
—Pero si yo no sé jugar.
—Ya aprenderás cielo.
Mis amigas me visitaban a menudo, después se espaciaron sus visitas hasta que dejaron de venir. Me sentía sola.
Mamá colocó espejos en mi cuarto seguro que con la misma generosa intención que para con su amado periquito solitario. El pobre se cortejaba a sí mismo, regurgitaba la comida en un intento vano de agasajar a su reflejo. Un día amaneció muerto en su jaula, el veterinario diagnosticó irritación del buche.
Yo seguía creciendo a velocidad vertiginosa, me dolían las articulaciones como si estuvieran tironeando de mí todo el rato. Pronto se vio que era imposible que la casa me contuviera, nos mudamos a la finca donde se hicieron obras para que me sintiera más a mis anchas. ampliaron los techos con claraboyas descapotables por si me apetecía estirarme y echar un vistazo fuera. Desde mi almena oteaba los pueblos vecinos, la ciudad donde vivíamos antes y un poquito del país de al lado cuando las nubes me dejaban verlo. Empezaba a disfrutar.
—Podrías hacerte meteoróloga y predecir el tiempo —insistía mi madre.
Ya no le contesto nunca, ahora sueño y viajo, viajo y sueño.
Cuando estoy arriba, en lo alto, por encima del mundo, se expande la bóveda del cielo, las galaxias, los infinitos caminos celestes. Rara vez aterrizo, ni siquiera cuando mi madre me grita desde abajo con las manos ahuecadas sobre su boca: —¡Eh nena, baja a merendar!
Un cuento precioso, Tara. Las madres siempre intentan hacer felices a sus hijos aunque sea ocultándoles la verdad, pensando, de este modo, que les protegen de lo malo. Alicia veía esa verdad y la aceptaba con resignación, hasta que vio que desde lo más alto se puede ver lo que no ven los demás. Seguro que ahora será más feliz de lo que su madre jamás imaginó.
ResponderEliminarComo buen cuento, podemos encontrar más de una moraleja, como que el ser diferente no tiene porqué ser malo.
Suerte en el Tintero de Oro.
Un abrazo.
Algunas madres aprietan tanto la cuerda que no dejan volar a sus hijos.
EliminarMuchas gracias Josep Mº ¿No te decides a participar?, "El colegio de curas" es un buen relato.
Pues sí, me he decidido a presentarlo. Como creo que se dice en el mundo taurino (¿?): que Dios reparta suerte.
EliminarBueno, no soy taurina ni muy creyente que digamos, pero vale, que los dioses repartan suerte y nos cojan confesados :)
EliminarEs un buen trabajo el tuyo Josep Mª
Gracias, Tara, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un fuerte abrazo y suerte.
ResponderEliminarGracias a ti David, por tu esfuerzo.
EliminarMe encantó, Isabel, en Cuando las nubes... encontrarás un cuento que te hará sonreír, ya te lo explicarás esto que te digo... La madre siempre aprieta, pero no ahoga, y ella al final vuela sola, sin necesidad de despegar los pies de la tierra. En su particular país de las maravillas es feliz, algún día aparecerá alguien con quien compartir su mundo, que le hará olvidarse al fin de su soledad. Ya lo verás.
ResponderEliminarSeguro que sí, estoy convencida de que en esos elevados mundos habrá otr "pájaro o pájara", en el mejor de los sentidos, para que puedan ambos volar a su aire.
EliminarGracias Eva.
Magnífico. Un cuento precioso.
ResponderEliminarMuchas gracias Marta, me alegra que te guste compañera.
EliminarQuiero tomarme algún elixir mágico para crecer mucho y quedarme ensimismada junto a Alicia, observándola y observando el mundo desde las nubes, con los pies descalzos y ver volar a los alcones casi rozándome la cabeza. Seguro que mis brazos se alargarían tanto, que le pediría a Alicia que entre las dos creásemos un puente al infinito por donde atravesar las galaxias y conocer a otros habitantes del espacio.
ResponderEliminarMaravilloso cuento, querida Tara, donde tu gran sensibilidad e imaginación se emplean a fondo para hacernos partícipes de una buena enseñanza: las madres sobreprotectoras acaban creando en sus retoños inseguridad y falta de autoestima, lo que puede llevarles a la marginación social. De ahí, que nuestra prota se las arreglase sola para sobrevivir a través de su gran imaginación.
Felicidades Isabel, por anticipado y te deseo mucha suerte en el concurso.
Besos de felicidad.
Solo los voladores o volatineros saben el placer inmenso que da (y alguna fatiga) emprender el vuelo. No es fácil, ya te digo.
EliminarMuchas gracias Estrella. Yo también te beso.
Me encantó Tara. La música preciosa. Abrazo.
ResponderEliminarGracias Betty, cómo me gustaría leer algo tuyo, a ver si te decides ¿vale?
EliminarOtra Alicia, en otro maravilloso mundo que se encuentra entre las nubes, se hace amiga de los halcones y otea la magnificencia del universo sin salir de su habitación.
ResponderEliminarA veces la soledad es el destino de los que son o se sienten distintos, que no entran dentro de lo "normalito" promedio.
Me encanta tu capacidad de imaginación y cómo abordas distintos géneros con la misma solvencia.
Un gran abrazo, Isabel.
Eso, otra Alicia, jugué un poco con la magia de Carrol y el mito de Alicia, y esas niñas (o niños) que no sueltan las madres (o padres)
EliminarY sí, ¡Viva la diferencia!
Gracias Mirella, ya veo que has escrito otro capítulo de ya "nuestra" Piera... desde que pueda voy a por ella.
Un abrazo esta vez alado.
Seguro que Alicia se ríe de nuestras preocupaciones, que desde allí arriba se deben de ver microcóspicas. Te deseo mucha suerte y que pronto mojes la pluma en el Tintero de oro. Un beso muy grande, querida Isabel
ResponderEliminar¡Ay Anita! Siiii... desde lo alto se ve todo minúsculo, las preocupaciones, las ansias... y las boberias bobas de este mundo nuestro.
EliminarGracias Ana por tus buenos deseos. Un beso querida amiga.
Hola, Isabel. Yo creo que es una gran metáfora tu cuento. Una metáfora sobre los hijos creativos, imaginativos, que están todo el día con las alas extendidas y que "no caben en ninguna parte" porque la sociedad es demasiado pequeña para algunas mentes y termina por aislarlas.
ResponderEliminarMe gustó mucho, amiga.
Un abrazo grande.
¡Ay! me muero con tu comentario Simón, yo no lo hubiera explicado mejor (aunque no se me da mal contar, se me da fatal explicar)
EliminarUn enorme abrazo Simón, de los grandes grandes.
Soberbio, Tara! Me ha encantado ese crecimiento alegórico que pasa por encima del mundo! Un abrazo.
ResponderEliminarMUchísimas gracias Manoli, por leerme y por comprender mi alegoría. Un fuerte abrazo compañera.
ResponderEliminarQué bonito cuento Tara, :)
ResponderEliminarLas madres siempre buscan el lado bueno de las cosas, y no iba para nada mal encaminada, pero se equivocó; nunca estuvo sola, la tenía a ella y su amor.
Muchísima suerte en el concurso.
Un beso.
Bueno... hay madres y madres.
EliminarMucha suerte a ti también Irene, y muchas gracias por leerme compañera.
Las madres son "unos seres" fascinantes. Me ha gustado mucho el cuento, mucha suerte en el concurso. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Beitavag. Si no me equivoco, creo que eres la autora del relato "El retrato de mi padre", lo tengo guardado para leerlo y comentarlo desde que pueda.
EliminarSuerte para ti también compañera.
Me ha gustado ese mundo fantástico de tu Alicia y de aquello diferente, seguro que desde las alturas ve las cosas de manera muy distinta y las preocupaciones se hacen muy chiquititas.
ResponderEliminarA veces hay madres a las que cuesta dejar volar, pero en este caso aunque sobreprotectora a mi me gusta pensar que quería decirle que Alicia no estará nunca sola, aunque sea diferente y solo le faltaba animarla a volar.
Bonito cuento.
Besos
Supongo que no es fácil saber llevar bien "la diferencia". A mi me gustó hacer volar a Alicia... otra cosa es que sepa aterrizar.
EliminarMuchas gracias Conxita y muchos besos.
Una creativa y original historia.
ResponderEliminarAbrazos Isabel.
Me alegra que te haya gustado Ernesto. Muchas gracias compañero, un abrazo.
EliminarUna "Alicia en el País de las Maravillas" moderna, ¡qué bonito! Está claro que todas las situaciones, por irritantes o desgraciadas que nos parezcan, tienen su lado positivo. Espero que tu protagonista llegara a ser muy feliz y que su madre aprendiera un poquito de psicología para ayudarla en tal empeño :)
ResponderEliminar¡Suerte en el concurso, Tara!
Gracias Julia.
EliminarAcabo de guardar tu relato "SALMÓN AHUMADO Y GUINDAS DE LICOR", desde que pueda te leo y ya te digo.
Suerte para ti también Julia.
Quedo encantado con tu relato, Tara. Esta niña aprendió a ser diferente y a sacar partido de sus problemas, ya sabemos que los cuentos nos permiten modificar lo graves que estos puedan ser. La madre está ahí siguiendo de diferente manera según requiere las ocasión la transformación de su hija, poniendo una dosis de humor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra mucho que hayas venido a leerme de nuevo amigo Francisco. Un fuerte abrazo.
EliminarLeyendo los diferentes comentarios veo que tu relato se presta a varias interpretaciones, que si es un canto a la diferencia, que si a la niña se le queda pequeño el mundo en el que vive y necesita estirarse hasta las estrellas, que si las madres sobreprotectoras y el efecto que tienen en el desarrollo de la personalidad de sus hijos... yo como llego tarde y quiero quedar bien, diré que pienso que tu relato tiene un poco de todo eso que ya han dicho y que por tanto no repetiré, además de un toque surrealista que le da todos esos matices y alguno más. Y un humor fino que más de una vez nos ha sacado una sonrisa (eso de la niña meteoróloga ha sido un puntazo como se dice ahora). Pues eso, que te ha quedado una Alicia muy simpática y un poco gigantona. Un beso.
ResponderEliminarMe haces sonreír Jorgito. Gracias.
EliminarPues sí, el surrealismo y el realismo mágico es el género en el que me muevo más a gusto. Y las pequeñas humoradas no las puedo evitar compañero, salvo que sea un texto estrictamente serio.
Bicos.
Qué lindo Tara. Hay quienes deben burlar un gran lastre de padres con miras muy cortas y mentes cuadradas. Al principio me ha hecho pensar un poco en "El gran pez" por aquello del inexplicable crecimiento.
ResponderEliminarAbrazos.
¿Te he hecho pensar Gildardo?, bueno... eso no es malo jeje
EliminarMás abrazos. Gracias compañero.
Tus cuentos son más maravillosos cuando rasgas la realidad y haces entrar la historia en el reino de la fantasía, porque tienes una pluma que va al ritmo de tu poderosa imaginación. Y aprovechas para dejar pistas, como migas en el camino del bosque, para que los que te leemos podamos abrir puertas a nuestra libertad de reflexionar sobre la actitud de la madre y sobre Alicia, esta hija diferente que sueña, que recorre los infinitos caminos celestes. Eres magnífica, Isabel.
ResponderEliminarMagnífico es usted y sobre todo un generoso amigo.
EliminarOye Ariel, que me hace muy pero que muy feliz cuando mis cuentos te llegan(no me gusta llamarlos textos, suena pretencioso)
Hola Isabel. ¡Qué preambulo musical que ya da pistas de una dulce promesa literaria! ya sabes que me gusta hacerte la pelota jajaja. Ese cuento llega al alma chiquilla. Esa Alicia, ese ser diferente, que crece por donde otros no alcanzan a ver y esa madre dándole la oportunidad de "crecer" más, protectora ella. Y es que hay almas que no se alcanzan porque llegan más alto. Muy bonito. Gracias. Un abrazo
ResponderEliminarjejje Emerencia... hazme la pelota todo lo que quieras.
EliminarQué bueno que el cuentito te llegó al alma, ese ente o cosa intangible que no se muy bien donde la tenemos, mi abuela decía que en los pies (el alma se me ha caído de los pies, decía), así que ya sabes, si te duelen los pies es que te duele el alma.
Bueno, que me hacen mucha gracia siempre tus comentarios compañera. Hasta pronto.
Un relato precioso, Tara. Como a s homónima del país de las maravillas, nuestra protagonista creció y creció, aunque sin tener que comer ni beber nada, hasta tocar las nubes.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso. Un abrazo.
Muchas gracias Bruno, me legra que te guste esta particular Alcia. Te doy la enhorabuena de nuevo por el TINTERO DE ORO con tu "ÁNGEL DE ALAS BORROSAS"
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y hasta pronto compañero.
Me ha encantado tu relato, Tara. Tiene humor, ternura, es original, está muy bien escrito... muy bueno, vamos.
ResponderEliminarMucha suerte y a por tu segundo tintero.
Un beso.
Muchas gracias guapa, viniendo de ti, con lo bien que escribes ¡un lujazo!
ResponderEliminarUna cosa Rosa, me parece que fuiste (que me lío con tantos escritoras y escritores nuevos que estoy conociendo gracias a la estupenda iniciativa de David), que en una de sus entradas comentaste como lectura pendiente "El asesinato considerado como una de las Bellas Artes" de Thomas de Quincey..., te lo recomiendo Rosa, fue y es uno de mis libros preferidos... por su ironía, su mordacidad, su inteligencia y hasta su especial sentido del humor, pues sin duda, es una parodia genial.
Un beso Rosa, y hasta pronto.
Ay que gracioso me ha parecido, Tara. Si es que no hay más ciego que el que no ve, y una madre pocas veces ve lo que no le gusta de sus hijos.
ResponderEliminarMe ha provocado risa lo de su amado periquito solitario (no que, el pobre, muriera).
Una delicia de texto, ¡mucha suerte en el concurso, compañera!
Un beso
Muchas gracias Chelo. RIP el periquito, muerto por agasajarse a sí mismo, qué mala es la soledad ¿verdad?
ResponderEliminarSuerte para ti también compañera.
Besos.
Tara, tu protagonista es otra Alicia que tiene su mundo propio allá arriba entre las nubes, muy tierno y que conquista por como ve la vida.
ResponderEliminarTe deseo suerte en el concurso.
Besos
Puri
Muchas gracias Puri, suerte para ti también. Besos.
EliminarIsabel
Precioso cuento Tara!,... y es que no hay nadie como una madre, con esa mirada tan especial hacia sus hijos. Ya ves que en cualquier circunstancia ellas sabe ver las fortalezas y potencialidades de sus hijos,... ;)
ResponderEliminarGracias Norte... a ti que te gusta viajar no tiene que resultarte raro andar por las nubes.
EliminarTengo varios viajes tuyos pendientes...desde que pueda voy a leerte.
Hola, Tara. Acabo de bajar de las nubes de tu texto y aprovecho para darte las gracias por este relato tan fresco y lleno de imágenes donde la protagonista va asumiendo su soledad como la más normal de las situaciones. Te felicito, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTe deseo suerte en el concurso.
Un abrazo.
¡Qué bueno que Alicia te hizo volar! De eso se trata Patxi.
EliminarMuchas gracias y un fuerte abrazo.
Maravilloso cuento Tara, eres única con tu imaginación. Alicia creció tanto que ni su madre protectora le supo parar. Y ella llegó hasta más allá de las nubes. ¡Suerte en el concurso!.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Mari Carmen, suerte para ti también compañera. Abrazos.
EliminarMe encantó Tara, me dejó una sonrisa, me gustó sobre todo el tono que va cambiando de lo normal a lo maravilloso, con el toque correcto de amargura e imágenes maravillosas. Disfruté mucho leerte!
ResponderEliminarMuchas suerte en el concurso!!
Abrazo!
Qué bueno que te gustara.
EliminarGracias Diana, suerte compañera.
Más abrazos.
¡Muy bonito tu cuento Tara! Me encantó leerlo. ¡Ay las madres! Ellas siempre tratan de minimizar todo lo que nos pasa, como la mamá de Alicia que trataba de encontrarle el lado bueno. Por fin parece que Alicia muy inteligente, logra sentirse feliz. Una hermosa lección. Un abrazo y nos vemos para seguir compartiendo..
ResponderEliminarBonito tu comentario Mirta.
EliminarMuchas gracias compañera, seguro que nos "vemos" pronto.
Hola Tara. Aquí estoy: viniendo de lo de David. Me ha encantado leerte y conocer de tu mano, esa madre demasiado "optimista", que no quiere ver, solo tapar lo que no se puede frenar y que por otra parte, Alicia, tan alta como su intiligencia, saber darle el giro a la situación para transformarlo en positivo. He disfrutado leyendote. Te deseo suerte con el concurso. Cariños.
ResponderEliminarMás que optimista yo diría exigente, claro que una vez los personajes se sueltan de la mano de su creadora, son, sienten y respiran en los ojos de los lectores, como debe ser.
EliminarMuchísimas gracias Vivian, que disfrutes de una historia es el mejor de los premios.
Abrazos desde Canarias.
Hola Tara. Magnífico relato. Me encanta como esa narradora (Alicia) en primera persona, transmite al lector empedernido el mundo fantástico de la autora. Me siento taaaan bien ;-) porque no aparece la autora a «joder la marrana». Fue un goce la lectura. Me trajo al recuerdo varios referentes (un detallazo por tanto) pero me quedo con el de Lêolo película basada en la novela El valle de los avasallados ¿la conoces? .
ResponderEliminarPorque sueño yo no lo estoy,
porque sueño, sueño.
Porque me abandono por las noches a mis sueños,
antes de que me deje el día.
Porque no amo.
Porque me asusta amar, ya no sueño.
Ya no sueño.
En resumen, un 10 sin duda. Un abrazo y gracias por compartir
¡Ay menos mal! ¡Uff...respiro!
EliminarPensaba "ya verás cuando venga a leerme Don Kendall...te vas a enterar" jejje...y es que he leído comentarios a otros compañeros en el que sacas la fusta del omnisciente y la voz entrometida del autor, y tales y cuales.
Conmigo no tengas ningún problema, puedes hacerme las correcciones que creas oportunas siempre que sean con el ánimo de ayudar y mejorar, yo le llamo (lo he comentado en varias ocasiones) el cepillo de la garlopa, el que quita virutas, limpia y da esplendor.
Ahora en serio, me alegra que hayas disfrutado de Alicia, y no he visto la peli de Eolo, ni he leído "El Valle de los avasallados", ¿quién es el autor?. Si tu me dices que vale la pena me pongo a ello.
El poema me ha encantado, y casa con el alma de Alicia antes de que le salieran alas.
Gracias Don, por tu valoración y lectura atenta.
Hasta pronto.
He querido decir Lêolo. Lo que hace el subconsciente, hablando de volar... asomó sus alas Eolo ;
EliminarHola Tara, ¡qué va, qué va!... sucede que ya puestos a escribir, merece la pena descubrir nuevos horizontes ¿no?. Quedarse solo en eso tan manido de los gustos. Los únicos gustos que vienen de serie son los básicos ¿no? ;-).Los otros se adquieren, se aprenden. Bueno a lo que voy.
Eliminar«El valle de los avasallados» ("L´Avalée des Avalés")es una gran novela de Réjean Ducharme nacido en 1941. Es un escritor, dramaturgo, guionista y escultor canadiense. A los 25 años publicó esta novela y a pesar de la juventud de su autor, fue nominada para el premio Goncourt.
Ha escrito algunas canciones importantes del repertorio de Robert Charlebois, tales como Mon pays, Heureux en amour y Le Violent seul. En el cine, ha colaborado en los guiones de dos películas de Francis Mankiewicz: Les Bons Débarras en 1980 y Les Beaux Souvenirs en 1981. En su faceta de escultor, sus obras están firmadas con el nombre de Roch Plante.
Te copio un resumen de la novela y comprenderás porque me vino el recuerdo con tu relato de Alicia :
Béréníce Einberg, la joven narradora creada por Ducharme es una niña prodigio, disertadora, políglota, actriz, intérprete de diversos instrumentos, bailarina, experta en montar y desmontar armas de un solo vistazo. Desgraciada, lúcida, destinada al suicidio o dispuesta a envejecer, ella misma se declarará, pasados diez años desde el arranque de la narración, «agresivamente apátrida, perdidamente sin origen. Solo siento nostalgia por un sitio. Y a ese sitio se entra por la grieta de donde salté.»
.....
Una novela no más erudita que divertida, no más triste que llena de amor. De exilio en exilio, de renuncia en renuncia, Bérénice Einberg perderá el último bastión de su inocencia en la guerra de Israel. Todo empieza en una isla, en mitad de un río, un puente ferroviario la cruza, la abadía donde viven parece «un cervatillo durmiendo entre las patas de un elefante».
Esta novela sirvió de inspiración a Jean-Claude Lauzon para su obra maestra «Léolo» (que no te puedes perder.
No intento recordar las cosas que ocurren en un libro. (...) Lo único que le pido a un libro es que me inspire energía y valor, que me diga que hay más vida de la que puedo abarcar, que me recuerde la urgencia de actuar.» Con estas frases de Béréníce Einberg, la joven narradora creada por Ducharme, Léolo, el personaje de Lauzon, se dispone a leer, en mitad de la noche, bajo la luz de una nevera abierta, esta maravillosa novela.
Tanto el libro como la película los tienes en Amazon. Hay una edición de la película que sacó el diario "Público" hace unos años en DVD más barata, aprox 8€.
El libro si no lo encuentras me lo dices ;-)
Una cita del libro finalmente :
Miramos un rostro, una mariposa, una flor, y eso nos transforma, después nos irrita. Si nos dejamos llevar, nos desespera. No debería haber ni rostros, ni mariposas, ni flores.
Un abrazo y que la vida sea fructífera
Aquí tienes a Léolo
Eliminarhttps://youtu.be/NKhoBoBoA0M
Tomo nota de toda y te agradezco un montonazo tus reseñas Don.
EliminarEl enlace con la peli desde que pueda, y el libro me pongo a ello, y ya te contaré.
Gracias por tu tiempo, y por tu modo de saber ver, contar y enseñar.
Ya tengo la peli en su versión original, el francés, por circunstancias, es mi segunda lengua, y las traducciones suelen ser muy malas.
EliminarGracias de nuevo Don
Hola Tara.
ResponderEliminarInteresante Alicia la que nos has traído.
Aunque a mí el personaje que más me ha gustado es esa madre paranoica. Habrá tantas de esas, ¿verdad? Lo del espejo ha sido un golpe de gracia. Son detalles como éstos con los que se retrata a la perfección a un personaje.
Mucha suerte en el Tintero.
Un abrazo.
Si ya me da pena que enjaulen a los animales, incluido pájaros, a un periquito que convive en grandes bandadas, que precisan de compañía y de pareja porque su genética así lo requiere... un ser humano ignorante lo enjaula, y cuando pierde a su pareja comete la crueldad de engañarlo poniéndole un espejo. Imagínate, lo enloquece, y por mucho que el periquito le regale su buche a su nueva pareja, esta ni se inmuta. Es frustrante, es cruel, es mortífero. El periquito murió a base de dar regalos.
EliminarLa madre de Alicia, en relación con el periquito, lo mató (con su mejor voluntad) y con su hija gigante daba ideas frustrantes (con su mejor voluntad), y con ambos, con el periquito y con la hija, fue igual de egoísta.
Por eso, Jean Ives, por pararte justo en la frase del espejo y reconocer su vital importancia, me parece que has entendido el corazón del relato y lo que, como autora, intentaba expresar. Una madre egoísta y ciega, una hija castrada hasta que decidió volar.
Mil gracias compañero.
Me provoca ternura. Madre sobreprotectora, pero no me parece mal que siempre le vea a todo un lado positivo!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias David, un abrazo fuerte y suerte en el concurso compañero.
ResponderEliminarSeres especiales que nos hacen sentirnos pequeños. No hace falta tener una gran envergadura para se gigantes. Con nuestras mentes podemos llegar a serlo, con nuestra imaginación hasta titanes o semidioses.
ResponderEliminarUn relato de fantasía, donde se muestra como las madres a parte de estar a nuestro lado, ven el potencial que tenemos.
Besos
Es verdad Francisco, podemos sentirnos o imaginarnos como enanos o como titanes.
EliminarMuchas gracias compañero, más besos.
Originalísimo modo de mostrar que todos somos diferentes y esa singularidad no te impide ser feliz.
ResponderEliminarSólo te comento que lo del periquito lo contaría antes de lo del espejo para preparar el impacto. Por lo demás, estupendo. Muchísima suerte.
Muchas gracias Rocío... miraré lo que me dices del espejo y el periquito.
EliminarSuerte para ti también compañera. Hasta pronto.
Originalísimo modo de mostrar que todos somos diferentes y esa singularidad no te impide ser feliz.
ResponderEliminarSólo te comento que lo del periquito lo contaría antes de lo del espejo para preparar el impacto. Por lo demás, estupendo. Muchísima suerte.
Hola, Tara. Un placer leer este cuento en el que hay tantos matices. La madre muy protectora, como todas las madres, trata de encajar a su hija como sea en la sociedad para que no se sienta diferente, pero los hijos en ocasiones crecen más que los padres y buscan su propio rumbo.Detalles como el del espejo del pajarito y las profesiones me han gustado especialmente.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso. Besos.
Muchísimas gracias Lana, suerte para ti también compañera.
ResponderEliminarBesos.
Felicidades Isabel por esa mención honorífica en el Tintero. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge, mención honorífica ¡nada más ni nada menos!
ResponderEliminarAbrazo fuerte.
Isabel, que disfrutes mucho, mucho, de la mención honorífica que has obtenido en el concurso del Tintero de Oro por este cuento de maravillas. Me ha puesto muy contento, te la mereces. ¡Ha sido un placer verte en la gala del blog de David!
ResponderEliminarGraciasssssssssssssss
EliminarHola Isabel, ahora sé que es tu nombre, por Ariel..Vengo a darte mis ¡¡Felicitaciones!! Por tu mención en el concurso. Tu cuento es muy bonito y original, ya lo había comentado. Un abrazo y seguimos compartiendo letras...
ResponderEliminarHola Mirta. Eres muy amable compañera. Claro que seguiremos compartiendo cuentos. Besos.
EliminarMuy bonito cuento, Tara! A medio camino de la realidad y la fantasía. Menos mal se mudaron a la finca, ahí al menos podría echar una vista al mundo de afuera sin vivir condenada a observar una y otra vez su propio reflejo. ¡Menudos viajes se gastaría Alicia con su altura! Ella sí que literalmente tenía la cabeza en las nubes. De haber tenido la suerte de su tocaya, la del país de las maravillas, habría podido decidir por sí misma su estatura; pero no todos corren con igual suerte, ni siquiera en la ficción.
ResponderEliminarLa cabeza en las nubes, tú lo has dicho :)
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