A menudo recuerdo la pandilla de gamberros que formábamos cuando éramos
estudiantes. Solía ser el blanco de las bromas que aceptaba estoicamente, en
parte, porque Laura era mi escudo contra los dragones, y sin embargo, me daba
todo el aire que necesitaba para sentirme completo.
La más sonada fue aquella
vez en que me dijeron que estábamos en una playa nudista, y aunque sabía que era
una trola, me quité el bañador. Puedo ser menguado de vista, pero no de miembro,
así que por un instante fui la envidia de todos. De la multa me salvé porque de
un pobre ciego hasta el municipal se apiada.
O aquella otra en la que no me
libré de una hostia. Era la época independentista donde los grupos radicales
rajábamos contra el colonialismo peninsular y odiando todo lo extranjero que
invadía la isla. Yo no sabía que estaba insultando a un americano de casi dos
metros con mi melodiosa voz, dicen que todos los ciegos entonamos bien, lo cual
es otra puta mentira; cuando le solté al gigante rubio la consigna de “Yankee go
home” mirándole fijamente a sus ojos, sin verlo, me partió la nariz tan
rápidamente que mis colegas no pudieron parar el golpe.
Mi novia jamás dijo un
“te lo dije”. Laura era la normalidad, hacía que todo pareciera fácil, no
permitía que nadie me tratara como si fuera un inútil, alentaba mi
independencia.
Fuimos dichosos hasta el final. Su final. Ahora, sin ella, soy un
hombre ciego y cojo.
Isabel Caballero
¡Hola, Isabel! Jo, ese final es de los que te pillan con el pie cambiado tras pasar unas risas con esas situaciones iniciales como la de la playa nudista. Como apunta el micro, desde luego que no es una deficiencia física la que nos hace débiles, sino creer que lo somos. Aunque en esta ocasión la pérdida de ella es irreparable. ¡Estupendo aporte al reto! Un abrazo!!
ResponderEliminarHola David. Lo primero, espero que ya estés recuperado o en proceso de hacerlo.
EliminarGracias por tu positivo comentario, un fuerte abrazo y a seguir cuidándose, campeón.
Que buen relato!!!!
EliminarY que excelente comentario el de David, me tocó: "Desde luego no es una deficiencia física la que nos hace débiles, si no creer que lo somos". En esta época dónde hay que ser jóven bello y exitoso a veces siento eso, deficiencia. Gracias
Tenéis razón, Roxana, en lo que decís David y tú, y como lo dices. La sociedad nos mete mucha presión con el tema de la juventud y la belleza, como si solo existiera esos dos conceptos.
EliminarCuando falta la vista pero se tiene un apoyo físico y, sobre todo, moral, la discapacidad es mucho más tolerable. Cuando ese sostén se va, uno no solamente se queda solo sino totalmente desvalido, por fuera y por dentro.
ResponderEliminarEse final es la guinda del pastel que has elaborado con este bello relato.
Estaba esperando tu aportación porque sabía que no defraudaría.
Un abrazo.
Pues muchas gracias por tu espera, Josep 😉
EliminarEs verdad lo que dices, con apoyo moral y cariño, los problemas son más llevaderos.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
¡Menudo giro!, cuando todo discurría de una forma placentera y relajada, ... le has dado un giro extraordinario al relato. Me ha encantado Isabel!
ResponderEliminar¡Que bien, Norte! Es una alegría hacerte disfrutar, en serio.
EliminarNos "vemos" prontito, cuando el maestro David esté en condiciones para dirigir la Gala.
¡Menuda historia, Isabel! Me ha encantado. Chispazos de humor para llegar a un final demoledor. Gran personaje, además, ese hombre que se rebela contra su condición hasta que pierde a su amor. Fantástico. Muchas felicidades.
ResponderEliminarSiii... escribir una tragedia en toda regla me cuesta mucho, así que saco de vez en cuando un conejo de la chistera.
EliminarGracias Marta. Tu relato me encantó, te lo acabo de leer.
Preciosa esa mezcla de humor y drama. Esa forma de contar las aventuras del pasado le quita hierro a ese final tan triste y da fe de una vida plena y alegre que se ha quedado más desnuda aún precisamente por esa plenitud que ahora le falta.
ResponderEliminarUn beso.
Justo se lo estaba diciendo a Marta. Me gusta mezclar ciertas dosis de humor y drama, "carajicomedia" que diría el gran Juan Goytisolo, aunque el poema anónimo reinterpretado por él iba en otro sentido más literal. En definitiva, que me gustan esos dos componentes antagónicos.
EliminarUn beso Rosa, y muchísimas gracias.
Hola, Isabel. He disfrutado mucho con esta mezcla de humor y pena. Ma ha gustado cómo has contextualizado el relato en una época de juventud donde todo es posible aun con limitaciones, pero nos comemos el mundo. La escena de la playa me parece genial. Ya sabría él algo pero quiso hacer un alarde de facultades que, en otro caso, habría evitado.
ResponderEliminarUn abrazo, Isabel. Te deseo un año fructífero.
Hola Isan. Es verdad que cuando somos jóvenes nos comemos el mundo, aunque luego descubramos que la mayoría de las veces, el mundo termina comiéndonos a nosotros. Me alegra que te hayas fijado en esos conceptos de radicalización que apenas esbocé en el micro.
EliminarDeseando leerte.
Sí, también me he fijado en lo de ser la envidia de la playa que es un buen puntazo en el relato.
EliminarEl relato mío lo tengo hecho. Hoy o mañana lo publico.
Sí, sí, ya me di cuenta 😜
EliminarDivertido, sencillo de leer y entretenido. Es el primer relato que leo tuyo y me ha fascinado. Si hubiese continuado más, hubiera seguido leyendo.
ResponderEliminarjeje Misterio. Pues sí, entretener es básico, si una lectura aburre estaríamos perdiendo el tiempo. Tienes razón.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, acabo de leer tu inquietante relato, compañero.
Hasta pronto.
Magnífico micro. Desde luego, si hubiera premio, estaría entre los máximos aspirantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Macondo. El premio sois vosotros, y no es una frase hecha para cumplir, lo digo en serio.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola compañera, tu micro es una miniatura exquisita. En 250 palabras, haciendo pie en una discapacidad sensorial, sin dramas y con humor relatas una vida entera hasta esa pérdida que descoloca al personaje por lo que le resta de vida, o eso parece. Excelente. Los abrazos siguen siendo obligadamente virtuales. Ojalá nunca olvidemos la palabra y pronto recobremos la posibilidad de darlo. Siempre un abrazo.
ResponderEliminarAbrazos siempre, y que no falten.
EliminarGracias por tu consideración Juana.
Anímate a escribir un micro ¡vale?
Más abrazos.
Hola, Isabel. Me ha gustado mucho el contraste entre las notas de humor que incluyes en el micro y el tono dramático que impregna la historia en su conjunto. Se trataría pues de una especie de tragicomedia. El giro final es como una bofetada de realidad, mostrándonos lo duro que es ser ciego, habiendo perdido además al ser amado. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias Beri. La verdad es que David nos propone retos que son detonantes para la imaginación.
EliminarUn abrazo y ¡a abrigarse!
Hola, Tara. Leí los relatos en orden inverso, por eso te puedo decir que has tratado al protagonista sin un ápice de condescendencia. Como lo trataba su mujer. Como sirve para que puedan desplegar sus alas. El final es duro. Muy duro.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes razón, Mirna. No he querido victimizarlo, ni debilitarlo. Quería hacer un personaje fuerte y vital, a pesar de su ceguera. Gracias por saberlo ver.
EliminarUn abrazo, Mirna.
Isabel me ha gustado mucho tu relato tragicómico, o comitrágico. La vulnerabilidad tiene muchas aristas y la has retratado a la perfección en tu protagonista, que nunca se sintió tan discapacitado como cuando perdió a su querida Laura. ¡Buen punto de vista, enhorabuena!
ResponderEliminarTú lo has dicho, Matilde, el punto de vista desde la perspectiva de un ciego es el epicentro del reto que nos propuso David.
EliminarMuchas gracias, compañera.
Hola, Isabel! Menudo micro. Si va a resultar que lo de ser ciego no era ningún impedimento, sino una rareza casi carismática, de hecho, tu prota hace cosas que yo no se si me atrevería... tendría que verme (yo si que puedo jajaja) en la situación.
ResponderEliminarSin embargo, ese final devuelve a la realidad al pobre hombre, con su soledad a dos bandas y un devenir oscuro.
Fantástico aporte, Isabel, me ha encantado.
Un abrazo y feliz año!
Me haces sonreír Pepe. Creo que este ciego de mi cuento es carismático independientemente de su ceguera, o eso intenté.
EliminarUn abrazo y que este 2021 sea para ti y para todos los componentes de Tintero un buen año lleno de salud y literatura.
Hola Isabel, eso jóvenes, impetuosos, alardeando de facultades, volcados a la pata coja en cambiar el mundo, viendo sin ver. Los primeros amores, apoyo y razón única para vivir. Son de esas historias que no importa el final, porque cada párrafo en sí ya es un canto a la libertad de la juventud. Tal vez cuando menos consciente eres de tus limitaciones y sobre todo, cuando encuentras a alguien que está presente, ese apoyo y razón. Un beso, hermosa.
ResponderEliminarNo hay nada más triste que un joven conformista, si ellos no cambian el mundo, ¿quién lo hará?
EliminarUn besazo Eme.
Hola Isabel. Como siempre un placer leerte. Tienes la habilidad de dotar a tus relatos de imágenes que perduran, algunas por simpáticas, otras por trágicas o conmovedoras. Te doy ejemplos: “un pobre ciego lo perdona hasta el municipal” así vemos a las personas con capacidades distintas; la playa nudista en donde no pude evitar completar la escena e imaginar que desde ese momento se hicieron novios y la más potente cuando vez al ser amado como un faro o una luz que ilumina tu vida y después de perderla su ceguera va más allá de la física. Me hubiera gustado ver escrito ¿viste? “te lo dije”. Un abrazo.
ResponderEliminarHola de nuevo Alfredo, ya no me equivocaré más con tu nombre, prometido.
EliminarMuchísimas racias por tu apreciación del relato.
Ya sabes que suelo hacer caso (y agradezco), las correcciones y sugerencias, pero esta vez no te voy a hacer caso con tu sugerencia de ¿viste?, primero porque por aquí no es tan usual el viste, segundo porque el prota es ciego, y el ¿viste? parecería una broma, y por última porque "cometí" una cacofonía con voluntad de hacerlo, con tantas jotas e iteraciones del dije "jamás dijo un te dije".
Un fuerte abrazo y a cuidarse mucho, Alfredo.
Sorprendes con tus relatos directos a la médula del que los lee. Primero nos haces bajar la guardia y descuidarnos para darnos esa bofetada inesperada con una dosis de pura realidad.
ResponderEliminar¡Fenómena! y no se me ha pasado poner la "L"
Un abrazo.
¡Fenómeno tú! La verdad que hasta que aterricé en Tintero, hace ya unos cuantos años, no había escrito jamás un micro. Es aquí donde aprendí las premisas básicas para hacerlo, entre ellas, por lo visto es importante un final sorpresivo y también el título debe formar parte de la historia para ahorrar palabras.
EliminarMuchas gracias Francisco, nos vemos en la Gala del concurso, esta vez tengo más ilusión que nunca, también curiosidad para ver por donde se decantan los tinteros.
Un fuerte abrazo, compañero.
Subrayo el contraste tan singular que supiste plasmar con tus impecables letras, estimada compañera Isabel, ya que supiste distraernos con un decorado de color de rosa para conducirnos irremediablemente a un callejón sin salida, es decir, a un desenlace tan desconcertante como demoledor.
ResponderEliminarEstupenda propuesta para este reto y con tu sello personal siempre atento a la realidad que te rodea.
Un beso, Isabel.
Empiezo por el beso: un beso Estrella.
EliminarGracias por tu apreciación. Nos "veremos"pronto por Café Literautas, o bien en la Gala, donde espero que estés en el podio porque tu trabajo fue impecable.
Hasta pronto.
Muy bueno Isabel, te ha quedado un micro fantástico, y el final asombroso.
ResponderEliminarSe puede estar sin vista pero cuando te falta la persona a la que quieres entonces es otro tipo de ceguera la que te invade.
De lectura fácil y amena tu micro.
Un abrazo
Puri
Si a la ceguera le sumas el dolor de ausencia, ¡apaga y vámonos!
EliminarGracias Puri, un abrazo.
Hola, Tara.
ResponderEliminarUn escrito de superación, amor y valentía. Me ha gustado mucho esa sencillez cotidiana, la realidad de la vida, pero me ha roto el corazón ese final, Isabel. Ay, mucho.
Precioso y alentador relato.
Un abrazo.
Muchas gracias Irene, procuro cultivar la sencillez cuando el tipo de relato me lo permite.
EliminarMe alegra "verte" de nuevo por Tintero, compañera.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Preciosa historia de amor, Tara, de lo más realista. Me ha gustado el tono tan natural que le has dado y ese final, en el que el protagonista se lamenta más de haber quedado cojo que ciego me ha parecido sublime.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Ya ves, Bruno, que hemos coincidido en una historia con componentes románticos aunque ambas terminan mal.
EliminarMuchísimas gracias.
Un abrazo de los grandes.
Vaya el tono humorístico de tu relato acabó un tanto agridulce. Superar esas permanentes tinieblas sin humor debe ser como navegar a ciegas y sin rumbo. En cambio el sentido del humor de tu protagonista es su particular GPS, que si bien no le libra de las bromas sí le permite relacionarse como uno más.
ResponderEliminarPara mí le has cogido el punto al desafío sin dar palos de ciego.
Saludos Tara 🥂😎👍
Saludos JM. El humor es como la vaselina, la vida se desliza mejor.
EliminarGracias compañero. ¿No te decides a escribir un micro?
De nada Tara, a mí también me gustan las historias con una vena humorística. Y sí, acabo de publicar mi micro espero que te guste. Saludos 🖐🏻
EliminarPues para allá que voy a leerte JM, voy voy...
EliminarGracias por la visita y "sobre todo" por la corrección que con un "en especial" o "principalmente" se arregla. Y también me alegro de que te haya gustado.
EliminarEstoy seguro de que el ciego de tu historia encontrara una buena muleta o bastón para su cojera. Quien sabe, los ojos del corazón ven los sentimientos no el género de las cosas.
Saludos Tara 🖐
No importa lo importante es que la disfrutaste
ResponderEliminarmuchas gracias recomenzar.
EliminarHay una profundidad en el relato que se va intuyendo pero que se evidencía con fuerza al final. Me ha gustado mucho. Gente ciega no es sinónimo de gente tonta, o gente que no pueda vivir su vida como le dé la gana. Una pena que tu protagonista perdiera a su compañera. Muy buen relato.
ResponderEliminarMe gusta, Ana, que hayas intuido que bajo las bromas amigables, hay algo más.
EliminarAcabo de leer tu relato de "Labios rotos" y aun estoy bajo la impresión de él. Gracias, Ana.
¡La juventud divino tesoro! El compañerismo y las bromas son hasta para un ciego la naturalidad. Me ha gustado tu micro Isabel. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Mamen, me alegra verte por aquí. A ver si te vas animando a escrbir algo, Mamen.
EliminarUn fuerte abrazo.
Un muy buen relato, Isabel. Me ha gustado tu micro, que versa sobre las dependencias emocionales, tan dañinas en algunas ocasiones; y sobre nuestra memoria selectiva cuando recordamos los episodios de juventud.
ResponderEliminarEs verdad lo que dices Carles, memoria selectiva, supongo que el prota del relato se quedó con los momentos buenos al recordar el pasado.
EliminarAcabo de leer tu genial micro, y aún estoy conmovida y asombrada de la maravilla que has escrito, compañero.
Como tú bien dices, y coincido contigo, hay muchos buenos micro relatos en esta convocatoria. Todos los compañeros han sido muy creativos y han cultivado enfoques variopintos.
EliminarMe alegra que te haya gustado el micro y agradezco encarecidamente tus generosas palabras a mi relato.
Era ciego pero sabía que estaba mejor dotado que los demás, jaja. Buen relato, una combinación de anécdotas agridulces para rematar con un final que hace que a pesar de todo, el protagonista volvería a vivir lo mismo con tal de pasar el tiempo con su amada. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Cyn. La vida es así ¿no? agridulce hasta para los videntes.
EliminarUn abrazo y hasta pronto.
Hola Tara
ResponderEliminarmuy visual, imaginativo y con ese puntito de amargura final que sabes dar muy bien a tus relatos, que dicho sea de paso, parecen sencillos, pero no lo son.
Abrazos.
Es verdad, no sé como me las apaño pero ese puntito al que haces referencia no puedo evitarlo.
EliminarUn abrazo Paola, me alegra saber de ti.
Una primera parte jocosa, en la que incluso se pueden visualizar las escenas juveniles y formar parte de ellas. Un ciego que a través de sus otros sentidos puede incluso hacerse pasar por; "tonto", sin tener ápice de ello. Un final inesperado, y por ello, tu relato adquiere para mí, un toque también de suspense.
ResponderEliminarHe disfrutado con la lectura, Isabel.
Un abrazo;)
Me alegro mucho de que disfrutaras del relato, Mila.
EliminarGracias compañera, te doy un fuerte abrazo.
Hola Isabel, me ha gustado tu protagonista, y el cómo dejas ver que para llevar una vida con normalidad no hay que victimizarse aun tengamos alguna "discapacidad".
ResponderEliminarUn relato refrescante y con la viva chispa de las travesuras de la juventud temprana. En el que has sabido mezclar humor, autoestima, amor, y la desventura de la dolorosa pérdida del ser amado, que incluso has bordado sin dramatizar, pues suena sereno y hasta jocoso ese final que dice "Fuimos dichosos hasta el final. Su final. Ahora, sin ella, soy un hombre ciego y cojo".
Te leí imaginando que fue una vivencia tuya de antaño, pues sentí que le imprimiste un cariño especial al relato, se perciben bien esas emociones.
Gracias por hacer tan buenas letras. Que pases bien el fin de semana.
Buenos días Harolina.
EliminarLo he comentado a varios compañeros, tragicomedia, como la vida misma.
Un fuerte abrazo y espero que estés bien, compañera.
Muchísimas gracias por tu tiempo y comentario.
Un trabajo cuidadoso y con finura, solo puede tener un resultado : ¡REDONDO!.
ResponderEliminarGracias, maestra
Confío en tu criterio, Javier. Si tu dices que es redondo, me quedo tranquila.
EliminarMaestro lo será usted :)
Un fuerte abrazo, cuídate mucho de esos fríos norteños que tenéis encima.
Mis más cálidas felicitaciones por tu muy merecido Tintero de Oro.
ResponderEliminarUn gran abrazo, compañera.
Muchísimas gracias Juana. Un abrazo grande.
EliminarEs buena idea esa de tratar a un ciego sin incidir demasiado en su minusvalía, aunque eso pueda conllevar situaciones algo embarazosas e incluso violentas, pero aun así creo que está bien, aunque quizás habría que preguntarle abiertamente a tu protagonista qué opina, pero, según termina el relato, sí parece que le fue bien, al menos con su novia.
ResponderEliminarMe ha encantado el sentido del humor de tu protagonista.
Un abrazo.
Opino lo mismo que tú, normalidad dentro de la situación difícil de la ceguera.
ResponderEliminarGracias Paloma. Un abrazo.
Una belleza de relato, la luz, la única luz que necesitaba el personaje, era Laura, quien le hizo sentir como uno más, triste final, pero emocionante narración. Saludos¡¡
ResponderEliminarMuchísimas gracias Mik.
EliminarEspero verte en el próximo reto de febrero, me gusta como escribes, compañero.