SOBRE PALMIRA
Hay episodios de mi infancia y
adolescencia de los que nadie más que yo sabe como los viví y
sentí. Si los contara Palmira, diría que fui una mala hija a
la que tuvo que enviar a un internado por rebelde. El colegio fue una
bendición comparado con la casa familiar. Mi padre, como siempre,
guardaba silencio acatando las decisiones de su taxativa esposa. Un
marido servicial casado en régimen de separación de bienes con una mujer
rica y autoritaria en la misma proporción. Desde su fallecimiento, un infarto
fulminante, no había vuelto a pisar la casa. Nunca le guardé
rencor, solo piedad; comprendo que Palmira aplasta a cualquiera que tenga
bajo su yugo. ¡Ojalá hubiera tenido cojones para imponerse a ella!
El albacea me escribió
avisando del estado terminal de Palmira. No quería que
la llamara mamá o madre. Imposible imaginarla enferma, desvalida o a punto de….
«¡Justo a tiempo!», pensé sin
ningún remordimiento, al fin y al cabo hacía muchos años que no sabía nada de
ella. Estaba desesperada, me encontraba en la más absoluta miseria,
el casero reclamándome meses de alquiler y la editorial rechazando
borradores por infumables. Lo más probable es que me haya desheredado, aunque no
puede privarme de “la legítima”. ¡Jódete, Palmira!, exclamé en voz alta.
Tomé el primer avión que pude. Regresé
con la sensación de fracaso, de no estar nunca a la altura: una
escritora frustrada.
—Señora, su hija acaba de llegar.
Entré en su enorme dormitorio en semipenumbra.
Las brasas casi extinguidas de la chimenea prestaban una leve luz rojiza
a la estancia. La lámpara de la mesilla de noche enfocándole
las manos que sostenía un rosario. El anillo de rubíes, del que nunca se
desprendía, una sangrienta herida en el
dedo índice. Su cara permaneció en la sombra hasta que la enfermera encendió
varias luces.
—Siéntate aquí —dijo en voz muy baja
añadiendo un por favor, hija, y unas
ligeras palmadas sobre el cobertor.
Me sorprendió su fragilidad, el
diminuto cuerpo perdido en la enorme cama de columnas
retorcidas de madera labrada. Siempre me pareció un trono imponente
en vez de un lecho apacible donde descansar.
—¿Cómo estás?
—Eso debería preguntártelo yo a ti,
Palmira.
—Llámame mamá. Ya ves, me estoy
muriendo.
No supe que contestar. Ella y yo nunca
tuvimos comunicación. Creí que la odiaba todavía por su indiferencia hacia mi,
los desprecios, los abusos, la falta total de amor maternal, pero… ¿cómo
detestar a una anciana moribunda?
—Te he hecho llamar para pedirte
perdón. Por lo que más quieras, hija, perdóname —repitió.
Pensé que tendría miedo de su inminente
muerte y querría redimirse ante el Dios redentor en el que, al
parecer, tanto creía.
—Todo este tiempo he pensado en lo
que te hice sufrir. Quise llamarte muchas veces. Siento profundamente todo el
dolor que te he causado.
—No hables más, Palm… mamá, que te
fatigas.
—Ya sabes que todo lo que tengo es tuyo
—dijo quitándose el valioso anillo que centelleaba en su dedo, poniéndolo en el
mío con cierta dificultad.
—Palmira, no es necesario que…
—Te han preparado tu dormitorio de
cuando eras…, de cuando vivías con nosotros. Mañana hablaremos con más
calma, estoy muy cansada.
Me ofreció su frente. No tuve otra que
darle un ligero beso en ella. Salí del dormitorio casi de puntillas
pensando que quizás era hora de perdonar los agravios. Sentí algo de
conmiseración por ella y también por mí misma.
Sobre las ocho de la mañana tocaron en
mi puerta; la doncella de mi madre entró sin pedir permiso.
—Señorita, le he subido el desayuno. Le
recuerdo que a las once es el funeral de la señora, que en paz
descanse.
—¿Qué dice usted?
No me contestó. Dejó la bandeja sobre
una mesilla y salió. Tomé solo el café, me vestí lo más rápido que pude y
bajé al salón donde me esperaban dos hombres. Se presentaron como el albacea y
el secretario de mi madre.
—Supongo —dijo el secretario—, que ha
traído usted vestuario para la ocasión. Si no es así le conseguiremos
algo más adecuado para el servicio religioso.
—¿Mi madre falleció anoche?, ¿cómo es
que no me despertaron?
—Doña Palmira expiró unas horas antes de
su llegada, ya vio usted su cuerpo yacente. Siento que no llegara a tiempo
para...
—Pero si yo estuve con...
El albacea advirtió que cualquier
objeto propiedad de la difunta, debía quedar bajo su tutela y
custodia hasta la lectura del testamento, incluyendo el anillo de rubíes. Hasta
ese momento no me había dado cuenta de que aún lo tenía en mi dedo. Lo deposité
en la palma de su mano, no me costó desprenderme de él. Nunca me gustó.
Desde entonces ha pasado mucho tiempo
y una batalla judicial perdida. Su cohorte de abogados de prestigio
demostraron mi incapacidad mental. La posible solución legal para
poder disponer algún día del patrimonio, si superara mi patología,
fue aceptar internarme en un psiquiátrico. Cada seis meses un
comité médico elegido por el albacea evalúa mis facultades
mentales. Sospecho de todos aunque ya no tengo energías, ni manera de
demostrarlo.
Cada vez divago más y ya no
escribo.
La última salida a escena de Palmira
fue magistral. Espero que escuche mis entusiastas aplausos
por su implacable actuación “post mortem” mientras su alma
perversa se pudre en los infiernos.
Isabel Caballero
¡Qué buena historia, Isabel! Me ha gustado mucho el tono del cuento y cómo consigues reflejar el carácter opresivo de esa relación madre-hija. Secretos y desencuentros familiares que se intuyen y un último encuentro que deja una sensación tremenda de desasosiego. Me ha encantado.
ResponderEliminarMuchas gracias Marta. Desasosiego (me gusta esa palabra)
EliminarGracias, Isabel, por participar con este relato en la edición del concurso dedicada a Shirley Jackson y La maldición de Hill House. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarGracias a ti David, por darnos la oportunidad de experimentar. Ya te dije qu eno pensaba escribir nada para esta ocasión (el terror no es lo mío jum), pero leyendo tu reseña de la autora me inspiré y ¡equilucuá! salió esto, es lo máximo que puedo acercarme al género que propones.
EliminarUn abrazo, amigo David.
Doy por ganada la guerra a la madre, con que estilo... Y sobre todo con que estilo lo has escrito, excelente. Un abrazo.
ResponderEliminarCreo que has querido decir que la madre ganó la guerra ¿no?, la gran perdedora finalmente es la hija, ¡pobrecita! las cosas que los autores le hacemos a nuestras criaturas :)
EliminarGracias RR
Otro abrazo.
Maravilloso relato, Isabel. Imagino que es para el concurso de El tintero de oro y espero que tengas mucha suerte.
ResponderEliminarMe ha tenido pegada a la pantalla de principio a fin. Tan bien escrito como siempre y con una trama terrorífica. Enhorabuena.
Un beso.
Gracias Rosa. Sí, para el reto de Tintero, se me había olvidado poner la imagen del concurso. ¡Qué bien que te generara interés el relato!, no estaba yo muy segura de...
EliminarUn beso, y a ver si te gusta el libro a ti, yo lo tuve que dejar a medias porque no pude con él.
Palmira era de esas personas que cuando se muere todos descansamos. Es un relato que deja abiertas muchisimas posibilidades a la imaginacion del lector, porque aun mas malos parecen los abogados, albaceas y hasta los doctores del psiquiatrico todos confabulando. Vaya es un relato hermosamente escrito.
ResponderEliminar¿Quién no ha conocido alguna persona tóxica alguna vez? Quita quita, hay que mantenerlas lo más lejos posible de uno/a
EliminarMuchas gracias Jose.
Qué buen relato, muy bien hilvanado y con un ritmo perfecto. La tal Palmira resultó mala hasta después de muerta. Muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarLa tal Palmira es mucha Palmira.
EliminarGracias Ana, nos vemos en la gala, compañera.
Palmira es terrorífica sobre todo por su capacidad de hacer daño post-mortem. Tejer esa trama de complicidades entre albaceas, abogados, médicos, requiere un plan a largo plazo donde el odio no descansa y busca perpetuarse en la vida del otro/a. En tu historia lo consigue, y a mí me dan ganas de llorar por eso mismo. Siempre alto nivel de escritura.
ResponderEliminarUn abrazo
En 900 palabras imposible contar los entresijos, la trama, la responsabilidad de cada uno de ellos en lo referente a la herencia y demás. Lo dejé caer sin meterme en detalles, me alegra que lo supieras ver. Juana Medina es intuitiva y buena lectora, sin duda.
EliminarMuchas gracias, Juana, a ver que nos tienes preparado.
Un cariñoso abrazo.
Hola, Isabel. Más vale que has superado tu reticencia a participar con este tema porque nos habrías privado de un relato magnífico. Has jugado con los vivos y los muertos, con la realidad y la locura, la maldad de Palmira y su arrepentimiento, más bien deseado por la hija que real. Esta Palmira, haciendo daño hasta después de muerta con un testamento que de facto priva de la herencia a la hija, "incluso el anillo". Un detalle el del anillo muy visual y potente y que juega un papel simbólico determinante. El estilo elegante cuidado, con una introducción que nos sitúa bien en el contexto y unos diálogos precisos que yo los he disfrutado aún más después de haber leído el relato. En cuanto a la historia en sí, te has salido de lo que se espera encontrar cuando se habla de fantasmas, pero aquí también has acertado y has seguido la propuesta del Tintero: "historia de fantasmas terrorífica. Almas vagabundas condenadas por la eternidad, espectros buscando justicia desde el Más Allá, o tal vez la redención...". Así que con todo un relato de premio. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué gozada de comentario! Ya ves, finalmente me decidí aunque no quise apretar demasiado "el terror" espero haber cumplido aunque sea minimamente las expectativas del género. Tu comentario me deja más tranquila.
EliminarQuise ambientar el dormitorio de la tal Palmira como si fuera la antesala del infierno, de ahí el fuego de la chimenea, las ascuas rojizas, etc...
¡Líbrenos los dioses de las Palmiras!
Como siempre, deseando leerte.
Gracias, Isan.
Una historia muy bien ambientada es esa casa donde Palmira yace en la cama. Hace daño a su hija hasta después de su muerte, privándola de la herencia y hasta del anillo. No me gustaría estar en esa vida. Como siempre eres digna de pódium. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen. Es lo único que se me ocurrió para este reto. Gracias, de verdad.
Eliminar¡Y eso que nos querías privar de tu saber hacer con las letras!... ¿Y ahora encima te tenemos de contrincante?...¡nooo, por favor!
ResponderEliminarAhora en serio, señora escritora con un par de lo que hace falta para encararse con esa hoja en blanco y crear toda una historia no terrorífica pero sí con un fantasma con mala uva.
Me ha encantado la escena que utilizas para "colarnos" la ficción de una madre supuestamente moribunda que se encuentra con la hija desvalida capaz de recrear con su imaginación y falta de cariño, justo lo contrario, es decir el ensueño de una madre arrepentida y cariñosa en su lecho de muerte.
¡Cuántos seres humanos en su misma situación desearían que ese tipo de ensueños se hicieran realidad, como le sucede a tu protagonista y narradora en primera persona!
También me parece digno de mención todo este entresijo miserable que rodea las herencias, con esas indecentes batallas de quienes quieren aprovecharse del mal ajeno e incluso sin escrúpulo alguno para destruir mental o físicamente al heredero legítimo, como desgraciadamente queda perfectamente reflejado con la cohorte (cuervos) de abogados, albacea y la propia difunta.
Fantástico trabajo narrativo y una original propuesta para este concurso, que seguro te dará muchas satisfacciones.
Un abrazote grande.
¡Ayayayayyy! Te prometo que pensaba que no iba a escribir nada en esta ocasión, pero fue leer la entrada del amigo David y de golpe despertarse una espita y aprovechando una noche de insomnio escribí lo que escribí.
EliminarA ver lo que se te ha ocurrido a ti, cabecita loca.
Hola, Isabel. Me ha encantado el relato. Ese giro sobre el futuro de la hija es realmente escalofriante. Todo el relato está finamente contado y con detalles que permiten visualizar la escena por completo.
ResponderEliminarUn abrazo
Que lo que se cuenta se pueda visualizar es un gran logro, así que estoy muy contenta de que hayas podido ver lo que quise que se viera.
EliminarGracias Mirna. Un fuerte abrazo.
Vaya, Isabel, la hija sería una escritora frustrada pero tenía ante sí una historia inmensa de fantasmas o de patologías mentales a partes iguales. Y es que ese giro que das con lo del funeral es genial. No me lo esperaba por nada del mundo ya que esa manera sensiblera con que se reconcilian madre e hija parecía ser el tema central pero te luces y retuerces una historia que ya venía siendo retorcida. Menuda pieza la madre, parece que su supuesta reconciliación fuera una manera de llevar a la hija a la locura y no lo que parece. Me gustó mucho cómo contruíste ese personaje en tan pocas líneas, tan perverso que incluso siendo bueno es perverso.
ResponderEliminarEn cuanto al tema destacar ese otro tipo de miedo, más psicológico, de ese que habita dentro de nosotros y del que no podemos escapar, sobre todo con ese final que deja al lector con la mosca detrás de la oreja.
Muy bueno, Isabel, narración perfecta y trama redonda y con giros sorprendentes. Me encantó, de veras.
Un abrazo!
Sí, es verdad, una reconciliación "sensiblera" :) ¿Te imaginas Pepe que el cuento terminara bien, con perdones mutuos?
EliminarEl miedo, los temores, las culpas... todos esos fantasmas que pueden atormentar al ser humano son sus peores enemigos.
Muchas gracias Pepe. A ver que "fantasmada" te sale a ti
😊
¡Más abrazos!
Hola Isabel, Shirley Jackson resulta ser toda una inspiración en esta edición del Tintero. El amigo David nos ha dejado una puerta abierta a la imaginación de esas relaciones familiares rayando el trauma que se arrastra desde la niñez. En este caso te has inspirado en el momento de esa muerte, una muerte ajena, sin atisbo de cariño y la herencia que por derecho corresponde. El final totalmente inesperado. Un abrazote amiga mía.
ResponderEliminarHola Eme. Algunas relaciones familiares son tremendas!!!! y da para mucho cuento y peli ¿a que sí?
EliminarLa biografía, que desconocía su vida y obra, de Shirley Jackson fue la que me inspiró.
Besitossssssss
Me ha encantado esta historia del fantasma materno que has narrado de una forma tan fluída y amena que la he leído sin apenas respirar. ¿Una visón irreal por parte de una enferma mental o una "verdadera" aparición posmortem? ¿Quién sabe? Lo que sí sé es que me lo he pasado muy bien leyéndote.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡A saber, Josep!, me refiero a si son delirios mentales o fantasma pos. Más miedo me da la locura que los espíritus.
EliminarUn abrazo Josep, a ver que delirios te sacas túde la manga.
Hola, Isabel. De nuevo, nos regalas otro relato de alto nivel, como todos los tuyos. Una historia de fantasmas, muy bien ambientada, consigues meternos de lleno en la historia, y con una ingeniosa trama con impactante sorpresa final. No sé si Palmira daba más miedo de viva o de muerta, en todo caso, como reconoce con amargura la protagonista, realizó su trabajo a conciencia para lograr su ruina mental, socavando su estabilidad emocional en vida y rematando después de muerta hasta conducirla al borde de la locura. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, Isabel.
ResponderEliminarHola Paco. En esta ocasión estoy deseando leerte especialmente, a ti y a Jorge, por el entorno en el que vivís, que da para meigas y apariciones. Recuerdo que no es la primera vez que de alguna casa vieja o derruida (incluso un colegio), has sacado unos relatos estupendos, así que a ver que nos tienes preparado para esta ocasión.
EliminarMuchas gracias Paco. Un cariñoso abrazo y ¡a por ello!
Hola Isabel Saludos cordiales
ResponderEliminarYo creo que los personajes literarios son como nosotros, seres inacabados y ni todo maldad ni todo bondad. Es oportuna tu aclaración de no haber espacio para desarrollar los entresijos y comportamientos de la relación de personajes y lo digo porque no hay una sola demostración de la maldad de Palmira, solo lo dicho por la hijastra que bien pudiera ser la perturbada que sufre de paranoia. De todas las posibilidades me quedó con un fantasma que antes de abandonar el mundo material busca la redención a través del perdón de la hija y solo por el simple hecho de balancear a los dos personajes.
Exacto, Afredo, la cosa no queda clara, la fronteras imprecisa de la culpabilidad o demencia de la una o la otra, y por otro lado,estoy contigo, humanizar a los personajes es dotarlos de las mismas imperfecciones que los seres humanos.
ResponderEliminarGracias por tu comprensión del cuento.
Un abrazo.
Hola Isabel. Una historia excelente, sobre todo por la originalidad de la propuesta que escapa de los escenarios comunes de las historias de fantasmas para traernos una propuesta diferente. La historia muy bien hilvanada, consiguiendo incluso despertar la intriga en los lectores y un final inesperado y sorpresivo. Quedan abiertas tres posibilidades, que realmente la protagonista se encontrase con el fantasma de su madrastra, que ésta estuviera viva y la engañase de acuerdo con el resto para dejarla sin herencia, o que todo fuese producto de la locura de la protagonista, aunque la primera hipótesis parece difuminarse con ese "Señora, su hija ha llegado" de la criada, pues de haber fallecido la señora unas horas antes la criada debería estar al tanto. Como siempre muy bien escrito, sin errores. Te deseo mucha suerte en el Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias amigo Jorge por tu apreciación del relato. Alguna que otra miguita de pan dejé aunque es cierto de qué hay cierta ambigüedad con el ánimo, no sé si acertado, de crear algo de expectativa. Un fuerte abrazo y a ver que historia nos regalas esta vez.
Eliminar¡Odio a Palmira!... se las apañó para molestar aún de fantasma. excelente relato. Gracias por compartirlo. Saludos
ResponderEliminarHola, Octavio. ¿Qué sería un relato de terror, o de espíritus, sin un malvado/a por medio?
EliminarGracias, compañero.
Hola Isabel,
ResponderEliminarTu relato me ha parecido muy interesante, narrado con esa sutileza que das a tu forma de escribir y que hace que todo fluya natural mientras suceden cosas muy importantes. Esa inquina irracional de Palmira hacia su hija nos lleva a odiarla casi inmediatamente, jugando muy bien, además, con los elementos siniestros que aportas, por ejemplo, ese rosario en las manos una vez ya fantasma; o las columnas retorcidas de la cama.
Además has ofrecido un perfil bondadoso de la hija “nunca le guardé rencor” pero al mismo tiempo vulnerable y débil pues hasta el secretario se toma la libertad de insinuaciones como “Supongo que ha traído usted vestuario para la ocasión….” Lo cual nos induce a pensar en la subyugación de este personaje a la influencia de su madre y a la casa y a que sea poco menos que inevitable su desdichado final.
En definitiva que me ha gustado cómo has hilvanado el inquietante ambiente alrededor de tu desalmada Palmira. ¡Enhorabuena!
Me encanta que te hayas fijado en esos detalles que mencionas, Matilde, como las columnas retorcidas. Puse empeño en el escenario.
EliminarMe suele gustar hacer a los personajes algo ambiguos, como algún compañero apuntó, ni del todo malo, ni del todo bueno. Puede que la hija de Palmira sea débil... puede que no toda la culpa sea de la madre... pude que...¡a saber! Me gusta que los lectores completen la historia, y sin duda, eres una lectora excelente.
Muchísimas gracias, Matilde.
Ciertamente con tu relato queda demostrado que hay seres que nacieron para el mal y mueren con él arraigado en las entrañas de tal forma, que hacen daño hasta después de muertas. Estas personas son de temer y mejor encontrarse muy lejos de ellas.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu narrativa.
Gracias a ti, amigo Francisco. Y sí, cuanto más lejos esas personas nocivas, mejor que mejor.
EliminarUn abrazo y a ver que nos cuentas tú.
Otro magnífico relato como son todos los que escribes, me ha dejado fría el horror genuinamente que has logrado con la tal Palmira,
ResponderEliminarMe gustó muchísimo!
Un abrazo
Hola Yessy, muchísimas gracias, me alegro mucho.
EliminarFantástica la historia y maravillosa tu forma de contarla. Siento lástima por esa mala persona y la hija que tuvo que sufrirla. Es espeluznante saber que existen seres así, dañinos incluso después de muertos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es curiosa la interpretación que cada uno dais a la historia, algo que me gusta mucho pues la doté de cierta ambigüedad que da para varias versiones. ¿Quién era la mala del cuento...? ¡A saber!
EliminarMil gracias Carmen, un fuerte abrazo.
Hola, Isabel. Creo que has narrado de una forma increíble las vivencias con su madrastra y entorno de esa joven desequilibrada. De hecho creo que haces una escenificación perfecta de la patología psicológica que padece la protagonista a pesar de los tunantes que trabajan para su madrastra; al menos eso he interpretado yo. La ambientación me ha gustado mucho pues le da al relato ese toque decadente de las grandes familias señoriales venidas a menos. Los diálogos arrastran al lector con gran pericia guiándonos hasta el final del espléndido relato. En resumen un excelente trabajo, lleno de intriga y fuerza que atrapa al lector.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato mucho.
Suerte en el tintero, un abrazo.
Acabo de comentarle a la compañera Carmen Ferro, que me encantan las diferentes interpretaciones que le dais a la historia. En ese sentido, no digo ni resuelvo nada, el relato es vuestro una vez finalizado.
EliminarGracias por tus estupendas palabras que me animan un montón a seguir escribiendo, Carles Leo.
Un abrazo de los fuertes.
Hola Isabel. ¡Menudo bicho era Palmira! Nuestra protagonista se queda sin patrimonio y con la cabeza pérdida.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el estilo de cuento que le has dado. Te ha quedado muy redondo.
Mucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Gracias Bruno. Ya vi que escribiste fuera de concurso "La jauría", voy con el tiempo en contra, pero desde luego, lo leeré con mucho gusto desde que pueda.
EliminarMuchas gracias Bruno.
Interesante lo que haces con las letras No estoy en tu grupo ni en ninguno escribo solo lo que quiero soy libre
ResponderEliminarun placer el haberte hallado
Gracias Mucha. Yo también me siento libre.
Eliminar¡Qué buen relato, Isabel! Me ha encantado. Tan bien narrado que te dejas llevar con la lectura. Están tan bien construidos los personajes que no dudas para nada en ese cambio de Palmira al borde de la muerte. Tal vez lo estuviera. Pero lo sorprendente viene después con esos pájaros de mal agüero que se reparten el pastel e ingresan a la protagonista en un siquiátrico.
ResponderEliminar¡Suerte en el Tintero!
Es muy difícil escribir sobre el terror, me ha costado un sobre esfuerzo, así que aprecio doblemente las muestras de interés por el cuento.
EliminarGracias María Pilar, a ver si consigo leer y comentar todo, incluida las reseñas, que ando con el tiempo en contra ultimammente.
¡Hola paisana! Leo los comentarios de tu relato y todos son fantásticos. Enhorabuena por ello. Tu historia los merece. Destacaría el ritmo que le has dado a tus letras, aunque ya hayas leído esto muchísimas veces en los comentarios. Creo que es necesario mencionarlo porque es evidente que algo tan bien escrito ha tenido un gran esfuerzo detrás. Y, por otra parte, en las historias de terror la agilidad de lectura es crucial. Por lo demás, sólo te digo que he disfrutado la lectura y, como siempre, ha sido un placer uno de tus relatos. Sobretodo si son tan buenos y tienen sangre canaria, jajajajaja. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminar¡Gracias canarión! Muchas gracias por todo lo bonito y bueno que me dices, Ulises.
EliminarHola, Tara. Vaya protagonistas nos presentas, a la madrastra de Blancanieves y Cenicienta en un dos por uno, y a una chica rebelde pero un poco perjudicada mentalmente. Tu narración, como acostumbras, nos va envolviendo en la historia así sin querer la cosa aumentando la intriga a cada párrafo. El desenlace es el giro de tuerca final que deja bien apretada la historia.
ResponderEliminarBueno, pues a mí cuando un final me deja incómodo rápidamente me busco uno alternativo, de ahí que muchas entradas mías sean epílogos o replicas de otras historias. En tu caso, a modo de resumen, te diré que el servicio, el abogado y hasta el médico están implicados en esta trama.
Saludos y suerte
Hola JM el de los múltiples epílogos :)
EliminarGracias por todas tus apreciaciones compañero.
Nos vemos en la Gala. Hasta pronto.
Esa tal Palmira realmente es perversa, consiguió hasta muerta arruinar la vida de su hijastra. Aunque, también puede estar todo en su mente. Jajajaja. Buen relato me encanta mucho tu narrativa.
ResponderEliminarMuchas gracias Raquel. Hice lo que pude jeje
EliminarTus personajes son demoledores, Palmira aterrorizando a su hija hasta tal punto de llegar a convertirla en una loca alojada en un psiquiátrico.
ResponderEliminarTe felicito por la forma y la ambientación de toda la trama.
Un abrazo
Puri
Oye, que me ha gustado eso de demoledores :)
EliminarNos vemos en la gala, Puri.
Hola Isabel, leerte es un placer, me encanta el tono del relato, parece un cuento, y tiene siempre un trasfondo intrigante. Voy leyendo y me haces dudar de todo, Palmira, el padre, la protagonista, no puedo dar nada por sentado, es una historia que puedes interpretar de distintas maneras, y que te deja pensando, como queriendo iniciar mi propia investigación a traves de los detalles que ofreces, para llegar a alguna conclusión, y lo geniales que puedes llegar a todas. Me encantó, un saludo, un gran abrazo, y suerte en el tintero¡¡
ResponderEliminarPues no hay mejor piropazo que el lector quiera implicarse en la historia. ¡Qué suerte tengo de que me leas así!
EliminarGracias Mik, nos vemos en la Gala, que ya está en puertas.
Madre mía... me has dejado sin habla. Eso se llama ser arpía hasta la muerte y más allá. Venganza desde el otro lado.
ResponderEliminar¡Muy buen relato! Lo vamos a tener difícil para votar. Hay un nivelón brutal y el tuyo entra lo más alto de la tabla.
¡Un abrazo y mucha suerte en el concurso!
Gracias MJ. Estoy de acuerdo en que hay nivel en Tintero, esto hace que nos esmeremos más y demos todo lo que podamos dar. Este género de terror me ha costado mucho, no creas que estoy muy contenta del resultado, pero ¡en fin! hice lo que pude.
EliminarNos vemos prontito en la Gala, ponte guapa. Soy la que llevo la revista digital nº 13 de Tintero de Oro en la mano :)
Oye Isabel pues menos mal que no se te daba bien el terror, no quiero ni pensar con qué nos deleitarás cuando caiga un género que se te dé mejor. Mi más sincera enhorabuena. Ya te decía yo que ibas a estar en lo alto de la tabla...
EliminarEn lo alto de la tabla... como las cabras 😊
EliminarGracias MJ
Hola, Isabel. ¡Enhorabuena! Merecido Tintero que engrosa la colección. Más vale que no son trofeos materiales porque tendrías que ir haciendo sitio, aunque en el blog también ocupan. Espero que aunque no se te puesa votar el próximo, nos regales un relato. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminar¡Anda!... pues pallá que voy. Gracias por el aviso, Isan.
EliminarTengo medio escrito el reto sobre "Matilda", y aunque esté feo decirlo y parezca que no tengo abuela, no me está quedando mal del todo je, je, así que participaré como invitada (si me invitan, claro)
Muchas gracias Isan, voy a Tintero.
Isabel! Vengo aquí ha felicitarte como toca.¡Felicidades por ese merecidísimo tintero! Isan tiene razón, dentro de poco podrás venderlos al peso.
ResponderEliminarTe espero en la próxima, aunque sea como invitada.
Un abrado!
jajjaja anda que como los de oro sean del bueno, conozco a un joyero que me haría buen precio ;)
EliminarA disfrutarlo, Isabel, mi enhorabuena por tan merecido tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡¡Gracias campeón!!!
EliminarHola Isabel,
ResponderEliminarMi enhorabuena por el premio que recoges en honor a esa Palmira tan bien tejida y tan bien parida, aunque sea una maldita muerta (perdón por la expresión). Me hace gracia el comentario que dejaste sobre que era "mejorable" porque es la misma sensación que tengo yo con el mío... y ahí estamos las dos, compartiendo tribuna. Contenta de estar en la butaca contigua, Isabel, transmites una gran sensibilidad en tus historias. Es un placer leerte.
Un abrazo
Pues ya lo dije, la primera sorprendida del tintero soy yo. Que no estemos satisfechas, Matilde, habla de lo exigente que somos. Yo sí aposté por tu relato, después del magnífico con categoría de excelencia (a pesar d eno figurar en el listado), de "La presencia" del compañero Javier R.
EliminarEncantada de compartir palco de invitados con tan buena compañía como la tuya. Un fuerte abrazo.
Hola Isabel. Felicidades por ese Tintero tan bien merecido. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Bruno, un fuerte abrazo.
EliminarENHORABUENA, Isabel, por tu Tintero de Bronce, otro más para tu nutrida colección, en una Edición con muy buen nivel y muy competida. Un fuerte abrazo, amiga canaria.
ResponderEliminarSí que era difícil este reto, la primera sorprendida por el tintero soy yo, en serio. Gracias Paco. Un cariñoso abrazo.
EliminarInteresante como escribes lo que sientes
ResponderEliminarsaludos desde siempre
Gracias Mucha.
EliminarEnhorabuena por ese tercer puesto en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias RR
EliminarEnhorabuena, Isabel, por otro merecido Tintero, esta vez de Bronce. Leerte siempre es una maravilla. Un abrazo.
ResponderEliminarQue sois generosos y me leéis con buenos ojos. Gracias Carmen, enhorabuena a ti también, compañera.
EliminarFelicidades Isabel por tu Tintero de Bronces, en una gala más que competida. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge, y tus relatos, como siempre, entre en lugar destacado. Un abrazo.
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