Ya rebosan las presas, ya corre el agua por los barrancos. Los más jóvenes
pregonan el recorrido líquido y la buena nueva se propaga de boca en boca. Serpentea
el agua por los cerros. Suben los impacientes al monte en mulas, a caballo,
unos cuántos en camionetas, la mayoría, a pie. Cuentan que llega brava, arrastra el
puente de palos ahogando alguna cabra y al burro ciego que mueve el molino de
gofio, el pobre no vio venir la barranquera.
La gente a una se asoma al valle, desde el treinta y seis que no
llovía.
En el Ayuntamiento se reúnen de madrugada los de siempre. El pueblo espera en la calle hasta que por fin se ordena que abran los silos, se reparte el grano, acaba la restricción del "por si acaso".
Mi madre dice que si don Antonio ronda cerca me meta enseguida en la casa.
Ahora no sé si habla del asno ahogado o de otros asuntos, que no la entiendo.
Farfulla sobre el crujir de la vida, solo afecta a los de siempre, egoístas
negadores del pan del pobre, siempre gira en el mismo sentido la noria,
acontecida perenne.
—¿Qué dice usted, madre…?
—Nada, hija, cosas mías.
Resopla el agua, bufa, entra por fin en el valle ¡Bendita sea! ¡Ya
llega! Anega orillas.
La banda municipal estrena pasodoble a ritmo de voladores y papagüevos. Don
Felipe el boticario, como es peninsular, los llama gigantes y cabezudos, que
raro suena de esa manera; aquí, en la isla, le ponemos el nombre que nos da la gana. El
cura dice que llovió gracias a sus novenas y rogativas, y el republicano
Manuel, abarloado de izquierdas y carne de preso le dedica una rima en décimas,
de primer verso “mecagoendios”.
Ya es de noche y aún llueve, pero al pueblo no le importa mojarse. El ron y el agua se hermanan por una vez. Envuelve el aire un sahumerio de calamares secos, no hay nadie como un costero preparando salazón y jareas.
Los ingleses del valle también acuden a la plaza, ahí está el hijo del que trajo la maquinaria de cavar pozos y el inventor de los ladrillos huecos y del Mister rico de la casa grande todos saben que se trae las libras esterlinas dentro de las ruedas de los camiones con el beneplácito de la autoridad, la autoridad es que es muy generosa si quiere serlo.
La concejala de festejos y barullos sube taconeando la tarima y dice…
—¿Qué dice, padre, que no la entiendo…?
—Ná, m´hija, lo de todos los años.
Miro a un niño que parece un sol vestido de canario, más guapo no puede ser,
pantalón y chaleco negro, el fajín encarnado, seguro que lo termina
perdiendo. Se baja de un salto de la
carreta y le da una palmada al lomo del buey que lleva la ofrenda a la virgen.
Apenas siente el gigante las manos del chiquillo que le palmotea diciéndole
¡muy bien, muy bien! como si fuera su perro. No se altera el sereno animal, rumia pensamientos ajeno al jaleo de la fiesta. Envidio su serena
actitud, nada consigue sobresaltar su manso ensueño. Miro al buey y me veo
reflejada en sus pupilas.
Miro al borracho del pueblo, se han cogido cariño la melopea y él,
llevan juntos desde la amanecida.
Miro al músico soplador de micrófonos… probando, probando, un, dos, un dos, y miro a la pareja que baila siempre pegadito aunque toque suelta; se quieren mucho.
Así, por las buenas, porque lo dice él y punto, el patrón baila conmigo sin poner el pañuelo de la cortesía entre su mano y la mía porque no soy una señorita, solo la hija de uno de sus aparceros, ni se acuerda de su nombre.
—Esta noche te vienes conmigo niña, que hay trabajo para ti en mi
casa.
—Es que mi madre me necesita, don Antonio…
No me atrevo a respirar, me duele el pecho. La voz se me quiebra. Mis viejos están sentados en el banco de piedra de la plaza agarraditos de las manos, no se atreven a oponerse al mandado del amo. La mantilla blanca de las fiestas sombrea la cara de mi madre. Mi padre agacha el gesto, tan doblado como cuando siembra las papas del dueño.
Por la mañana, el amo mete en el bolsillo de mi delantal unos dineros para que mi madre me compre agua de rosas y ropa decente, no quiere que vaya a su cama con los interiores hechos de sacos de azúcar.
Remonto el camino de mi casa, antes me lavo en el agua casi helada
de la poza refractada de palmeras y restriego la mala noche de mis muslos. No
siento el frío. La puerta de María se cierra a mi paso y el marido de Antoñita me mira de otra
manera, cuelga una colilla de sus flácidos labios.
Veo los pinos, los almendros en flor, la vereda aromada de brezos
que bordea el camino de subida a mi casa. Bajo la reciente lluvia brillan los
papayos, mangos y aguacateros, parecen joyas.
Algunos fragmentos de este relato los utilicé para algún capítulo de mi novela "Villa Herbania", menos mal que no tiro nada y lo que deseché lo he aprovechado. Una, que recicla jejejje
ResponderEliminarEspero que encaje en el reto.
Un abrazo, compañeros.
Muchas gracias, Isabel, por participar con este relato en el homenaje a Harper Lee. Mucha suerte.
ResponderEliminarGracias a ti, Marta, por darnos la oportunidad de participar en este estupendo reto.
EliminarPues menos mal que reciclas Tara! Tu relato me ha gustado mucho! Me encantaría leer esa novela tuya para saber más! Un abrazote y mucha suerte con el proyecto!
ResponderEliminarGracias Marifelita. Me alegra que te haya gustado.
EliminarPuedes conseguir la novela en Amazon, se titula "Villa Herbania"
https://www.amazon.es/Villa-Herbania-Isabel-Caballero
Te cuento que en la ardua labor(porque lo es) de preparación de la novela, descarté un montón de páginas, porque no encajaban o no era imprescindible, a veces la labor de recortar es más dura que la de escribir. tengo guardado ¡cómo no! todos esos archivosy ya ves que pueden servir para algo.
Algunos de nuestros queridos compañeros han leído la novela, y yo feliz.
Un abrazo grande.
Magnífico, Isabel.
ResponderEliminarEncaja del modo en que si alguien preguntará por un ejemplo claro y definitorio de lo que pide el reto, habría que dirigirlo aquí.
Las cosa pasan con naturalidad como inevitablemente, siguiendo su camino, las buenas las malas y las peores. Todas pasan con la misma naturalidad. con mucha más naturalidad que cae la lluvia.
Pasan como el tiempo. Todos saben su papel.
Ayer, leyendo en otro blog , recordé también a " bienvenido, mr marshall", con ese narrador que en este caso es protagonista y nos muestra claramente el backstage, que en la película sólo se apuntaba.
felicidades y Abrazoo
Gracias, Gabi. Me alegra que pongas en alza la naturalidad como valor añadido, aunque ya sabemos que la naturalidad se consigue con trabajito detrás. No tenemos por qué someter al lector a la ardua labor de leer algo denso si la densidad no tiene un fin determinado, como un personaje, o el efecto denso para determinado tipo de pasajes. En fin, en esas andamos. Hace años era más complicada en el sentido "preciosista", y he aprendido a rebajar los términos, aunque ya ves que alguna que otra frase complicadilla sí que he metido, viejos vicios que no termino de descartar jeje.
EliminarMuchísimas gracias, colega. Hasta pronto y mogollón de abrazosss
Un relato estremecedor. Me encantó como fluye y ¡cuánta soltura! Precioso! Enhorabuena! Un abrazo
ResponderEliminarGraciasss Lady. Ya vi que escribiste "El viaje de Nour" que he leído a vuela ojos, y es un tema que nos toca de cerca a los canarios por cercanía con la costa sahariana. Ayer mismo llegaron 6 cayucos (un tipo de embarcación) con 620 personas en total a la isla de El Hierro, y así suma y sigue. Entiendo que es obligación sobrevivir, y entiendo la demanda de los isleños para acomodar a tantísimas personas que llegan en situación precaria. Todo un poblema, porque también están los aprovechados que hacen negocio con la necesidad. Tengo escrito varios relatos en este sentido ¡cómo no!, así que me interesa el tuyo y el punto de vista de quienes huyen de la miseria.
EliminarYa te diré, Lady.
Un abrazo y hasta pronto, compañera.
Muy bueno, Isabel. Precioso en la forma y muy acertado en el contenido. Las mujeres siempre sufren doblemente. Al hecho de ser pobres o negras o cualquier otra desventaja social, se une siempre la de ser además mujer y proclive a otras humillaciones y malos tratos.
ResponderEliminarMe ha encantado. Mucha suerte en el concurso. Nunca se debe tirar nada de lo escrito. Cabe la posibilidad de poder utilizarlo en otro contexto.
Un beso.
Buenas noches, Rosa. Recuerdo la magnífica crítica que hiciste de mi novela que te agradecí y agradezco enormemente, y uno de los pasajes que destacaste fue la del ambiente de la fiesta o verbena, con otros protagonistas diferentes, y que rescaté un párrafo para este relato.
EliminarTienes razón en lo que dices, la desventaja social se suma el ser mujer según el lugar, la época y la sociedad.
Un cariñoso beso, Rosa.
Volví a pedir la novela de "Matar a un ruiseñor" y deseando que me llegue, el envío antior (hace más de 2 meses) se debió perder y aunque lo reclamo no hay manera.
Muy buena historia. Suerte, y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Guille. Espero que escribas algo para esta convocatoria.
Eliminar¡Qué maravilla, Isabel! o creo que has nacido con un tintero de oro entre las manos. El relato fluye realmente como el agua y da con sutileza en el clavo de la propuesta. También sé que esto es trabajo, mucho trabajo, y menos mal que lo guardas todo.
ResponderEliminarUn gran abrazo a mi genial compañera-maestra.
¡Ay Juana! ¿Qué decirte...? Que tienes ojitos de lectora y es un gustazo que me leas. Te estoy muy agradecilla y te abrazo.
EliminarHola Isabel
ResponderEliminarDe no ser por la variedad de personajes secundarios involucrados no advertirías que se trata de un fragment de una novela. Como lector sabes que has leído una buena historia cuando te queda en la cabeza el trama, pero cuando descubres frases como “La puerta de María se cierra a mi paso y el marido de Antoñita me mira de otra manera, cuelga una colilla de sus flácidos labios.”, que contrasta con la continuidad del scenario entonces reconoces que detrás de esa buena historia hay un gran escritor que dentro de la estructura argumental sabe “decir” y lo más importante sabe mostrar el nudo toral de la historia: la doble violación de la víctima con el jucio público. Te felicito Isabel, tú no necesitas suerte. PD espero estén major tus problemas.
Hola de nuevo, Alfredo. Te cuento el porqué de tantos personajes comparsa. Mi intención era, a pesar del poco recorrido del relato de ochocientas y pico palabras, que diera sensación de gentío la verbena y la fiesta del agua, y también que pasara a un segundo plano "la perjudicada", no quise focalizarme solo en ella para no resultar excesivamente dramática la situación, bastante carga tiene ya el abuso de por sí, aunque, evidentenmente se trate de una tragedia personal y familiar. También social, pues como bien cuentas, la joven es víctima, además, del juicio público.
EliminarMe da muchísima alegría cuando un buen lector percibe estas estrategias que intento.
Gracias también por interesarte por mi, en esas estamos. Escribir ayuda.
Gracias, Alfredo, de corazón. Tu relato, y no es por corresponder, es magnífico, ya te lo dije.
Hasta pronto.
Buena historia Isabel. Tan normal, tan en voz baja, que no te das cuenta de lo que va a pasar hasta que la angustia se apodera de tu garganta.
ResponderEliminarUn abrazo. Marlen.
Muchas gracias, Marlen. Ya comenté el tema del tratamiento de la tragedia "como sin querer queriendo", con el compañero Alfredo Luqueño.
EliminarTu relato es muy bueno y nada fácil de escribir, calidad narrativa, tal cual.
Un abrazo, compañera.
Qué gusto da leerte. Este verano leí tu novela, y cuando he empezado a leer el relato me ha venido el recuerdo de su personaje protagonista, Lucía. Qué bonito escribes compañera. Hoy aprovecho para felicitarte por tu preciosa novela, que recomiendo a todos, y también por este relato que te ha quedado muy bien como propuesta para el reto. Un fuerte abrazo. Soy Mayte López, que al poner el nombre completo en la cuenta de google y cambiar la foto...Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué ilusión me hace, Mayte, que hayas leído mi/tu novela! Me pongo hasta nerviosa, esos nevios buenos que te dan como cosquillas por dentro, creo que se llama emoción.
EliminarEstás muy guapa en esa foto, no la cambies.
Graciasssss
Excelente relato. Ya sé que me repito más que el ajo, pero leerte es una experiencia casi religiosa, je, je. Y siempre, o casi siempre, tratas temas de mucha enjundia que dan que pensar. En el mundo rural de antaño se daban estas situaciones vergonzantes. El amo tenía una especie de derecho de pernada y nadie, entre sus sirvientes, se atrevía a plantarle cara. Y encima, la gran injusticia, es que el pueblo, ignorante e hipócrita, tomaba partido contra la chica vilipendiada, que quedaba marcada para siempre, como si ella fuera la culpable del delito.
ResponderEliminarMe ha encantado eata hitoria, por su fondo, pero también por la forma de contarla.
Un abrazo.
Pues a mi me encanta el ajo, así que puedes repetirte todo lo que quieras.
EliminarLo que ahora se consideraría un delito, porque lo es, antes era un derecho del amo porque lo decía él y punto. Y encima, la lacra de culpar a la víctima. ¡No hay derecho!
Un fuerte abrazo, amigo Josep.
Hola Tara, una historia que me ha gustado mucho que comienza como un aguacero y va perdiendo fuerza la lluvia y ganándola lo que cuentas. Un susurro en la tormenta que acaba siendo el cambio de una vida para siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ainhoa. ¡Que no nos falte el agua en su medida justa! ¡Y que no nos falte el respeto hacia quienes están en situación de vulnerabilidad del tipo que sea!
EliminarUn fuerte abrazo.
desde el treinta y seis que no llovía... Ufff, me recuerda la sequía que estamos sufriendo... Buen relato, me encantó. Suerte. Un abrazo
ResponderEliminarPor aquí, en Canarias disponemos de potabilizadoras que desalan el agua del mar, y aunque para beber no vale, si para el uso corriente y para el plantío. ¡Qué suerte tenéis los que podéis beber agua del grifo directamente!, pero bueno, el núcleo de la historia es peor aún que la falta de agua, que ya es decir.
EliminarGracias, Nuria. Ya vi que estás inspirada en esta convocatoria y has vuelto a escribir otro relato. Ya llegaré.
Abrazos.
Excelente tu relato, me gusta mucho como lo cuentas, me dieron ganas de llorar par la joven y su triste destino y sus padres teniendo que agachar la cabeza y soportar.
ResponderEliminara cuántas muchachas les habrá pasado lo mismo.
Te felicito, es muy buen relato.
Saludos.
PATRICIA F.
Cuando lo estaba escribiendo, me metí tanto en la historia que hasta a mi me dio sentimiento lo que "le hice" como autora a la pobre muchacha :), y es que los que escribimos tenemos la potestad de hacer felices o infelices a nuestros personajes. Esta vez le tocó sufrir.
EliminarGracias, Patricia. Un fuerte abrazo, compañera.
Una oda al costumbrismo y a tu tierra. La ambientación, los personajes perfectamente dibujados, tanto los principales como los secundarios. La trama presente en tantos y tantos pueblos de nuestro pais durante tantos años , encoge el alma. Me ha gustado todo, Isabel. Mucha suerte en el concurso. Abrazo.
ResponderEliminarEra una práctica casi habitual el abusar de quienes estaban en situación de servilismo, más aún en el medio rural, y seguro que esos señores y hacendados tenían los primeros bancos de la iglesia, ya me entiendes, Pedro, la doble moral, la injusticia, la fata de ética...
EliminarUn fuerte abrazo, Pedro, y a ver que nos ofreces tú en esta ocasión.
Hola, Tara. Precioso relato que deja un regusto de amargura por la injusticia que cuenta. Tu léxico es impresionante, me ha encantado como fluye la historia igual que el agua a la que alude su título. Enhorabuena y suerte en el concurso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Enrique. Espero que nos sigamos leyendo por Tintero. Un cordial saludo, compañero.
EliminarMuy, muy, muy bueno. Una forma maravillosa de mostrar que la justicia social es un invento de los poseedores para justificar la existencia de los desposeídos en ese lugar que se dió en llamar "injusticia social". Me encantó su lectura. Gracias, Maestra
ResponderEliminarGracias, gracias, muchas gracias Javier. El "retruécano" que has hecho sobre la justicia social es todo un acierto, al menos mejor definición que la de la presidenta Ayuso.
EliminarP.D. Ya sabe que me gusta mucho que usted me lea.
¡Hola Isabel! Me ha gustado mucho la descripción que haces de los escenarios que poco a poco te van metiendo en la historia. El derecho de pernada, en la antigüedad, era algo que se daba por hecho y a lo que nadie, ni siquiera los padres, se oponían. Se daba por sentado y poco más se hacía para cambiarlo, tal y como vemos en tu relato.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte en el reto.
Muchas gracias, Rocío, me alegra que te gustara el relato.
EliminarBueno, el derecho de pernada si que es más añejo, el abuso del amo aún hay sectores donde esto ocurre, menos descarados, pero si que hay abusos a pesar de estar penado por Ley.
Un cariñoso saludo para ti también, compañera.
Muy buen relato, Tara.
ResponderEliminarHas reflejado perfectamente lo que tantas mujeres han tenido que padecer en tantas épocas históricas por el mero hecho de ser mujeres y pertenecer a las clases menos favorecidas socialmente.
Mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Un abrazo, Estrella y muchas gracias, compañera.
EliminarYa leí el relato de la madre alienadora, ¡ufff!
Hola Isabel. La posguerra es sin duda una época para documentar injusticias, pues donde el poder es absoluto y se ejerce en nombre del dinero y las clases pudientes, los abusos están servidos. Una población que depende de la generosidad de la lluvia y del esfuerzo de su trabajo en el campo, no así los ricos que siempre tienen que comer y no les afecta el racionamiento. Hasta poder para sobornar a la autoridad tienen, que ha perdido su autoridad, nunca mejor dicho, vendiéndose al mejor postor. Claro que ellos también tienen hijos que alimentar. Un mundo rural y pobre, una pobreza que no se nos dice en el relato pero se nos muestra en cada detalle, a merced del cacique de turno, como ocurría en esos años en toda España, como sigue ocurriendo, podríamos decir, adaptado a los nuevos tiempos. Tanto poder acumula el prócer y tal es su desvergüenza e impunidad, que no le basta con tomar los bienes materiales, sino que llega a tomar a las personas, a la niña en este caso, cuyo recuerdo de la pasión del amor quedará por siempre anclado a la infausta experiencia con el sátrapa de don Antonio. Contrasta con todo ello una elaborada prosa poética que parece quiere limar la dureza de lo que se nos cuenta, no vaya a ser que el lector escape de la lectura antes de terminarla, y consigue engancharnos hasta el final. Un gran trabajo, como de costumbre, con serias aspiraciones al pódium de vencedores. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Jorge. Nos vemos en la gala. Muchas gracias por tus palabras.
Eliminarque bien escribes me gusta leer y leerte
ResponderEliminarGracias, Recomenzar.
EliminarGenial, Isabel. Muestras con maestría una de las mayores injusticias que muchas mujeres han tenido, y algunas aún tienen si ampliamos el foco. La de ser tomadas sin poder rechazar el asalto, porque el tomador tiene la suficiente influencia sobre el entorno social del que dependen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con pocas palabras has descrito la situación. Un fuerte abrazo, Carmen.
EliminarHola Isabel, escribes muy lindo, el ritmo de este cuento tuyo me encanta. Creo que has hablado de una gran injusticia que se sigue dando hoy pero la diferencia con antes es que estaba mas "normalizado" y era de esperarse que el patrón hiciera esas cosas. Un horror. A pesar de la tragedia, todo continúa, como el agua que corre y corre así corre la vida. Pues me super gustó. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. Un horror, es verdad.
EliminarHasta pronto.
Ay, Tara. Esta forma de escribir tuya suena a escritora consagrada. Que chiquitita me siento en mi manera de relatar las cosas. Pero siempre, todos, vamos aprendiendo. Genial historia.
ResponderEliminarExagerá!!! Un abrazo Flor
EliminarMuy buen relato, gran aportación. Suerte.
ResponderEliminarUn saludo!
Muchas gracias, Antonio. Suerte también para ti.
EliminarHola, Isabel, un relato que bien podría ser un capítulo de una novela. Un placer leer algo así con ese ritmo, esa cadencia de las palabras, donde todos los sentidos a una tejen una preciosa historia de la que los personajes se levantan del texto y viven, sienten y sufren. Según el lugar de la escala social que les corresponda. Has pintado todo un pueblo con la alegría que reciben el agua corriendo por los barrancos. Olores y colores de la fiesta que lo celebra. Y el poderoso reclamando "sus derechos". Dolor, impotencia y rabia.
ResponderEliminarFelicidades, Isabel.
Suerte en el concurso.
Un abrazo!
Has tocado el corazón del epicentro del relato con estas tres premisas: "Dolor, impotencia y rabia". Gracias amiga Pilar, suerte también para ti, compañera.
EliminarHola Isabel que bien nos cuentas todos lo que le sucede a tu protagonista, donde vemos como todos incluidos sus padres aceptan la situación que le sucede a la hija .
ResponderEliminarTe felicito por como llevas a cabo toda la trama.
Un abrazo
Puri
Aceptación porque no había otra, el dolor va por dentro. Gracias Puri, un abrazo.
EliminarMagnífico relato, Isabel !! Qué bien escribes, es una gozada como nos metes en la historia, esos detalles, ese preciosismo. En fin, que me faltan palabras. Un abrazo muyyy grande!!
ResponderEliminarEspero que el preciosismo no se haya comido el mensaje de injusticia implícito, quise contrastar la belleza de la naturaleza de estas tierras insulares, con la dureza del medio rural y el abuso de su gente. Gracias, Lola, un gustazo que me leas, compañera. El abrazo que sea de los grandes grandes.
EliminarEn absoluto se pierde, Isabel, es estupenda la forma en que introduces la injusticia, cómo nos llevas de la mano para que la veamos, "restriego la mala noche de mis muslos" , se me ha hecho un nudo cuando lo he leído.
EliminarHola, Isabel. Un relato terrible, aunque lo hayas narrado de una manera que resultaría amable si no fuera por las injusticias que cuentas. Los poderosos haciendo y deshaciendo a su antojo, amparado por la autoridad religiosa y terrenal, y el pobre tragando y encima menospreciado por sus iguales. Esa puerta que se cierra duele como hierro candente.
ResponderEliminarUn trabajo genial. Mucha suerte.
Exacto, Bruno. Le estaba contestando a la compañera Lola Romero y justo decía esto. Un cariñoso abrazo, compañero.
EliminarHola, Isabel, pues iba a decirte que me parecía una segunda parte de Villa Herbania, tiene el sabor de las grandes historias, aunque trate de lo que trate. Me encanta el estilo, en presente, pero como si fuera un compendio de rutinas que va conformando el relato enmascarado entre el mundo que has ido mostrando. Muy muy bueno todo, el ritmo, la ambientación, el uso de lo personajes, ya solo con el nombre (don Antonio) se masca que es alguien importante para la historia.
ResponderEliminarMenos mal que reciclas y nos has regalado este fragmento.
Mucha suerte y un fuerte abrazo!
Claro, encaja perfectamente en el paisaje y paisanaje de la época de "Villa Herbania". Ya dije que alguna frase la utilicé para la novela, y otras deseché que aprovecho para el relato. El tiempo presente hace más cercanas las situaciones, por eso lo suelo usar. Usted sí que sabe leer entre líneas, don Pepe :)
EliminarHola, nos has presentado el mas puro ejemplo de la injusticia social narrado de una forma magistral y sublime... me ha encantado esa poderosa narrativa en la que nos transportas a un mundo en que tus personaje cobran vida y su historia nos atraviesa el alma sin escapatoria alguna... excelente.. ¡saludos!
ResponderEliminarGracias, Octavio. Muy bonito lo que me dices, te lo agradezco, compañero.
EliminarHola, Tara. Sabes muy bien como recrear esas escenas sepias de un pasado, no tan lejano, de necesidad y miserables. El tono esperanzador de Bienvenido Mr. Marshall acaba en el de sumisión de Los santos inocentes a medida que avanza tu historia. En fin, cosas del siglo pasado, pero que por desgracia parecen perpetuarse algo maquilladas.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Oye, pues me ha gustado el color sepia que has escogido para el relato. Total.
EliminarGracias JM nos vemos en la gala.
¡Hola, Tara! ¡Qué preciosidad de relato! Y no dices nada a las claras de lo que ocurre, pero qué gran injusticia social se retrata, está muy, muy, muy bien escrito, con una sutileza y un arte de narrar muy bueno, muy bien descrito el paisaje, casi poético y una triste realidad la de la protagonista. Te felicito, muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Hola de nuevo, Merche. Te agradezco mucho tus palabras, cuando un escrito llega da mucha alegría al autor o autora.
EliminarVoy casi por la mitad de "Matar a un ruiseñor", me costó entrar un poquito pese a la magnífica introducción del primer párrafo, en el que la niña narradora con casi trece años (me gustó mucho ese casi), y su hermano se rompió el brazo. A partir del tercer capítulo ya estaba completamente entregada a la lectura, a los diversos personajes, al hablar tan verídico de los niños nada impostados, y a la trama de la sociedad reinante.
Un abrazo, Merche, y de nuevo gracias por tus palabras.
Muy buen relato sobre la injusticia social Tara.
ResponderEliminarBesos.
Muchísimas gracias, Conchi. Hasta pronto. Besos.
EliminarHola, Tara.
ResponderEliminarEspaña profunda en blanco y negro... Como en los "Santos inocentes".
Me ha dejado un sabor amargo de la realidad. Muy bien escrita. Mi enhorabuena.
Un abrazo y suerte en el concurso
Muchas gracias, compañera. Es verdad, la España profunda total.
EliminarHola, Isabel, genial relato, empiezas con esa alegría tan contagiosa para ir poco a poco decreciendo el entusiasmo inicial y convertirse en una gran injusticia social, que aunque antes no se consideraba como tal, no deja de serlo, y todo el relato es tan visual, se percibe con ganas ese optimismo del pobre al poder recibir algo mas de comida, y se empaña la alegría de esa familia en particular al ser su hija escogida para mancillarla sin poderlo remediar.
ResponderEliminarEsos cuatro últimos párrafos, son un balde de agua fría que empaña la alegría, pero a pesar de su dolor, y su vergüenza, de camino a su casa, ella es capaz de percibir la belleza y alegría de la naturaleza.
Isabel, el relato es pintoresco, toda una obra de arte, una oda a la vida y sus avatares de antaño. Un abrazo cariñoso y felices días.
Hola, Idalia.Gracias. Es que la vida, en general, la de todos nosotros, al margen de la protagonista del relato, es así... un contraste de cosas maravillosas (quienes sepan verlas y disfrutarlas), y cosas que ocurren no tan buenas. La naturaleza la tenemos ahí a mano, y es como un milagro que ocurre frente a nuestros ojos, el pecado es no detenerse a mirar.
EliminarUn enorme abrazo, compañera.
Muchas Felicidades, Isabel
ResponderEliminarTintero de bronce.👏👏👏👏
La naturalidad tiene premio.
Besosss
Muchísimas gracias, Gabi, me acabo de enterar por ti. Y yo tan contenta con mi bronce. Gracias, compañero.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Tara (Isabel).
ResponderEliminarMe he liado con los nombres y puse dos, por si acaso. Guau.
Felicidades y enhorabuena por tu premio.
Un abrazo.
Muchas gracias, enhorabuena también a ti por tu reluciente plata. Un abrazo fuerte.
EliminarEnhorabuena, Isabel. Un bronce para añadir a la colección, jajaja. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro. Siempre me sorprendo de que me den un tintero aunque ya tenga unos cuantos :)
Eliminar¡Hola Isabel! Felicidades, corazón. Te voy a regalar pá reyes una estantería nueva ;) Un relato de algodón de azúcar con palo amargo en cinemascope. Besos mil
ResponderEliminarVaaale, pero que no sea de Ikea que soy la reina de las torpes para el bricolage. Mil y uno besos, Eme.
EliminarHola Isabel, felicidades por tu Tintero de Bronce, otro para la colección, y ya van... un abrazo!
ResponderEliminarGracias, campeón.
EliminarFelicidades, Isabel por el bien merecido Tintero de Bronce. Una vez más, tu forma de contar nos conquista. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Es un gustazo contar con compañeros como vosotros de los que tanto aprendo.
EliminarIsabel!!! Cuando leí este relato no me cupo duda de que iba para el podium, incluso aún más arriba que el de bronce. Felicidades por el Tintero, muy merecido y más en una edición tan talentosa.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Es verdad, Pepe, ha sido una edición estupenda con talento e imaginación, así que me siento privilegiado por el tintero de bronce. Otro cariñoso abrazo para ti.
EliminarEnhorabuena por haber subido al podium a recoger tu medalla, o tintero, de bronce. Sabía de antemano que serías una de las ganadoras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Josep, pues ya sabías más que yo, jeje
EliminarAbrazo fuerte.
Felicidades por ese pedazo de bronce!! Un abrazo enorme, Isabel.
ResponderEliminarGracias, Bruno. ¡Venga ese abrazo!
EliminarEnhorabuena por el Tintero de Bronce, Isabel. ¡Menudo palmarés tienes ya! Justo premio para un gran relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, compañero Enrique. Un abrazo y hasta pronto.
Eliminar¡Enhorabuena por el merecido premio! Es un relato que impresiona porque no te esperas que tras las descripciones costumbristas asome finalmente el drama, no se ve venir. Es impresionante por su misma sutileza. Y con tu estilazo.
ResponderEliminar¡Un fuerte abrazo, compañera! (yo ando en estado de rumia, ja,ja, ya me entiendes, leyendo y absorbiendo :-))
Muchísimas gracias, Maite. Qué bueno que lo disfrutaras, me alegro mucho.
EliminarAhí va ese abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Apreciada I s a b e l ! : Primero que todo, Feliz Año y que satisfagas tus expectativas.
ResponderEliminarY segundo, quedo muy complacido por tu comentario tan majo y empático que agradezco con profunda, sincera y amistosa humildad.¡Veo que no has cambiado nada (en mi caso es que he estado fuera de "El Tintero" bastante tiempo, pero sigo igual, todo me va bien en La Vida, Gracias a Dios Todopoderoso)
Recibid Tu Familia y Tú y quienes son tan majos y salados como tú, Mis Consideraciones Más Distinguidas!!!!
J u a n Y S u H o r i z o n t e / / J u a n E l P o r t o v e n t o l e r o .
🕴 🌏 😎
¡Ahí va un abrazo, Juan!
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