La bajada hasta la costa desde la carretera principal era un camino
de tierra apisonada bordeada de tomateros por donde pocas veces circulaban coches, menos aún la guagua municipal. En ese terreno los
muchachos jugaban al futbol con suficiente antelación para
interrumpir el partido si algún vehículo, carreta, burro y hasta rebaños de
cabras bajaban por el camino; el desnivel permitía vislumbrar con tiempo para apartarse entre juramentos y mecagoendiós.
Los niños y niñas
mezclados en la arena de la playa practicábamos “el clavo”; un juego de mañas con un clavo grande de unos veinte
centímetros que consistía en
hincarlo sin que la cabeza tocara la arena. Unos pocos adiestrados conseguían hacer un “zapatero”, o sea,
todas las artes de un tirón…, desde la mano, el codo, los
hombros, la cabeza… cada tirada con nombre propio: “la
tirolina”, “la pajarita”, “los cuernos”…
En las atardecidas,
los chicos y chicas que ya no éramos tan niños, casi rozando la frontera de la
adolescencia, o que aparentábamos más, sobre todo las muchachas si
nos crecían los pechos a los once o doce, o a las catorce, jugábamos al
pillapilla, a la botella, a decir verdades con la paga de un beso entre los
limoneros, mangos y aguacateros de las fincas de la zona. Allí, bajo uno de esos aromáticos árboles frutales le solté un
“Zuéltame el braso” al muchachillo de ojos azules
y flequillo tieso, intercambiando la zeta por la ese de lo
nerviosa que estaba en aquel juego mezclado de géneros, (lo
llamábamos de otra manera). Era la primera vez que un chico me
sujetaba el brazo, una excusa para rozarnos la piel, las manos o
puede que los senos inexistentes aún. Él se burló de mi torpeza
repitiendo el “zuéltame el braso” de la
niña vergonzosa de diez años que no tenía ni
una sola falta de ortografía.
Por imposición
paterna me pasé aquel aburrido verano haciendo dictados,
aritmética, divisiones de varias cifras, historia de aquellla nuestra España
única, católica y apostólica regida con
mano firme por un enano prepotente e impotente pese al brazo incorrupto de
santa Teresa que obraba milagros salvo en las partes íntima del salvador de
nuestra patria. Eso contaban años más tardes.
Tuvimos
que trasladarnos a la capital, un acontecimiento importante el examen de
ingreso al bachiller. Conseguí puntuar ¡un diez y matrícula de honor! La
frase con la que me la gané era la
siguiente: ¡Vaya con el caballo bayo que saltó la valla!, que hay que ser muy
hijos de su madre para torcer tanto las elles, las y griegas, las uves y las
bes. Yo estaba que no me lo creía.
Cuando empecé
el bachiller me presentó el mismísimo director como una niña
ejemplar lo que me ganó de inmediato la antipatía de toda la clase,
y decidí desde el primer segundo que no quería ser la empollona oficial, así
que suspendía aposta aunque me mordiera los labios y cerrara los puños al
cometer tropelías con la ortografía, las zetas, las eses y otras
zarandajas. Con el resultado de la primera evaluación, el señor director convocó a mi
progenitor, y aunque en los ojos grises de mi padre vi el brillo apagado de la
decepción, estaba decidida a forma parte de la troupe aunque el grupo estuviera compuesto de imbéciles integrales. Es más fácil estar dentro de un
conjunto homologado que siendo la tangente variable fuera de la órbita
establecida. Lo pensaba con otras palabras, claro.
Sí. Me gustaba mucho,
pero mucho, el muchachillo del flequillo tieso y ojos azules. Tiempo más tarde, en aquel ya menos pueblo donde hasta había una pequeña iglesia
donde el chico adorado se casó con su
novia, escuché las campanas de boda. Mientras se
casaban, yo ojeaba y hojeaba las viñetas y admiraba al increíble Quino y su Mafalda.
Pensaba a quien se parecería mi amor platónico e inalcanzable… ¿a Felipe…?, ¿el
despistado y soñador quijote siempre enamorado de una quimera?... ¿a Manolito…
el gallego comerciante de…?, puede que algo de él tuviera, al menos el padre
del recién esposado, dueño de un cafetal que mezclaba los granos de café con garbanzos tostados, pero él quizás fuera más Miguelito
tan seguro de sí mismo y de su belleza perfecta; puede que sí, o puede que no, puede que fuera
la suma y resta de tantos personajes ficticios que pasaban por mis ojitos de lectora y consumidora de
comics. Puede que mi inexperiencia necesitara referentes de papel, dibujo y
letras. Puede que…
Y muchos años más tarde, muchos más, después de tantos amores interruptus, tantas jodiendas, desacuerdos, placeres, sabores, dolores y alegrías, tanto de todo, tanto tanto… ese chico se apoya ahora en mi brazo. Lo sostengo con firmeza convencida de que saldremos adelante. Incluso sonrío. Acabamos de salir del neumólogo y del tac que diagnostica unas pequeñas sombras amenazantes en su pulmón derecho. Una espada de Damocles sobre el futuro incierto. Lo sujeto y el me sostiene a mí con su flequillo ya blanco, su espalda algo encorvada aunque haga esfuerzos para mantener el tipo, porque no hay nada que nos tumbe, los años solo son números, nos tumba otras tropelías, otros sinsabores, así que mi braso con ese y su corazón con Zeta mayúscula, sus manos en las mías conforman una historia, un camino recorrido y por recorrer con las letras del abecedario precisas, o sin ellas. Es lo que hay.
900 PALABRAS
Artista de los finales.
ResponderEliminarCuando parecía que se acababa el texto con una crónica rural salpicada de estrellitas, nos rematas con un párrafo final arrebatador, que nos despierta con una galleta de realidad, salpicada, ahora sí, de todas aquellas estrellitas que nos habías ido sembrando por el camino.
Fanrsstico, como siempre.
Abrazooo
Muchas gracias, Isabel, por participar con este relato en el homenaje a Delibes. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Isabel. Comienzas con la tierna infancia y sus juegos (algunos míos también), pasas por la casi adolescencia y el primer encuentro de lo que podríamos llamar ya como amor, y finalizas con un triste final, pero tan real como la vida misma. Sin duda, un hilo rojo de esos ha unido el camino de ambos. Me ha gustado mucho tu historia, que como siempre, es magnífica. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola, Tara, jo qué final. Después de asistir a la infancia y juventud de una niña con altas capacidades (como se diría ahora), terminas con, quizá, su vejez y ofreciendo unos hechos demoledores. A pesar de todo, el amor, que tanto le costó, venció y seguro que es capaz de vencer hasta a la propia adversidad. Gran giro.
ResponderEliminarUn abrazo. 🤗
Siempre es una delicia leerte. Este relato rezuma candidez, ternura y nostalgia de tiempos pasados, para terminar con esa misma ternura de un presente y un futuro inesperado, pero feliz. Eres toda una maestra de la narrativa, en este caso rural, je, je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué relato tan precioso. me hubiera gustado saber cómo llegaron a estar juntos el muchacho del flequillo (tan solo puede ser Felipe) y la chica que cada vez se me ha ido pareciendo más a Mafalda. Pero creo que queda así mejor. dejando en el aire y a la imaginación del lector ese cómo. maravilloso. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarUn beso.
Me gusta ese sabor de "Vacaciones Santillana" y la ternura con la que lo has compuesto. Un saludo octubrino maja.🇪🇸
ResponderEliminarJuan, acabo de leer tu "Ministerio del Aire, distrito de Moncloa", y aún ando flipando. Desde que tenga tiempo voy a por él.
EliminarApreciados compañeros, os doy las gracias. GABI-LIANTE los finales dicen que son importantes, y aunque cuido el principio y los detalles intermedios, los finales son decisivos, en la literatura y, sobre todo, en la vida real. Gracias.
ResponderEliminarMARTA, gracias a ti por tu propuesta, por tu manera de exponerla, es todo un acicate, más aún a los que amiramos tanto al maestro Delibes.
MERCHE, que mala prensa tenían (y creo que aún tienen a pesar de estar ya casi educados), los chicos y chicas de altas capacidades, antes lo llamaban de otra manera, y eran motes crueles, menos mal que yo fui una chica dentro del parámetro considerado "normal", la de sufrimiento que me he ahorrado.
Gracias MAITE. Un camino de vida, la infancia es determinante en muchas ocasiones, por eso indagan tanto los psisicomolosllamen en esa etapa temprana de nuestra vida que determina el futuro. Eso dicen. Un abrazo, compañera.
Hola Josep, ¡Ay la infancia!, y ¡Ay la adolescencia!, esa que marcó tanto por exceso o carencia de tantas cosas. En fin, como cuenta no tan cuento, es lo que hay. Gracias, majo =mi niño.
ROSA, si te contara la realidad de ese encuentro con el muchacho de mi infancia fliparías, pero como esto es literatura, un mucho de ficción, fantasía y una pizca de vida real, pues eso. Real= yo lo quería y él me ignoraba, no existía para él, hasta que la cosa cambió ¡y cómo! :) (sonrío)
¡AY JUAN!, vacaciones santillanas, la única pesadilla de nuestras vacaciones infantiles, sobre todo para los que suspendíamos eternum. jum.
GRACIASSSS CHICOS
Hola Isabel
ResponderEliminar¡Auténtica como la vida misma! La crónica rural y el crecimiento infantil plenos de detalles, da un giro al aparecer el amor en la vida de la protagonista.
Encuentros y desencuentros hasta que el muchacho del flequillo, ojos azules y la superdotada impostora por afán de encajar, logran compartir su vida.
No hay nada que los tumbe, queda el camino recorrido y el aún por recorrer. ¡Precioso relato! ¡Me encantó! Un abrazo
Marlen
Buenas noches, Marlen. Aún no he tenido tiempo de leerte aunque guardo a buen recaudo tu aportación para hacerlo con calma. Todos nos merecemos una lectura lenta y respeto por loque escribimos, por eos no me gusta nada las prisas y el vuelaojos.
EliminarHasta pronto, compañera. Mil gracias por tu comentario.
Saludos Isabel. Desde hace ya varios años he sido testigo de la madurez de tus conceptos en tus relatos. Hoy, a falta de seguirte como debiera, he constatado que las formas han igualado esa madurez. Suele dibujarse una sonrisa en mi rostro cuando veo un buen artificio, una buena frase o una buena descripción; esta vez se me nubló la vista y no por lo que quiero adivinar en el fondo de este iceberg, es la calidad de tu narrativa. Un abrazo de admiración por la mujer y la escritora. Alfredo
ResponderEliminarAlfredo, ¡cuánto tiempo! Feliz por el hecho de que aprecies mi crecimiento, si se puede llamar así, desde luego no escribo cómo lo hacía hace años, puede que en el camino haya perdido algo de frescura; puede que haya ganado en madurez. Ojalá las dos premisas se unan.
EliminarMuy feliz por tu lectura y visita, siempre has sido sincero en tus críticas y agradezco enormemente tu comentario.
Un abrazo de los fuertes.
Creo que puede ser una ventaja crecer juntos, con la futura pareja de toda la vida, aunque de niños no se sepa (auqneu los padres parecen intuir que esos muchos terminaran viviendo el uno para el otro)....
ResponderEliminareso se da en el ambiente rural.... pienso yo, raro es que ocurra en la ciudad....
no lo se quizas es mi percepcion.
ahora bien si son pareja que se conocen desde siempre, y luego con el paso de los años se enfrentan al declive que trae la vejez, supongo que lo hacen con la dignidad y fortaleza de ser ... UNO
de ser una pareja de toda la vida.
fe de ratas...
Eliminardonde dice auqneu .... es aunque
donde dice muchos ... es muchachos
cosas del editor que autocorrije lo que no debe.
Sobre lo que me dices de que puede ser una ventaja lo conocerse desde siempre... pues no lo sé. Tiro de la imginación y soy observadora, hay parejas a las que le funciona y otras que están hasta el gorro, yo creo que no depende del tiempo, sino de la calidad y calidez del tiempo. No sé, la verdad.
Eliminar¡Ahhh! Oído cocina, errores subsanados, incluso antes de que los mencionaras ya estaba dando a la tecla de fe de ratas jeje
Gracias, Jose.
Ante todo: gracias Google!,ja,ja. Es que durante varios días aparecía un cartelito diciendo que no había nada en tu blog Locabajos. Pensé que no te leería esta vez, pero oh milagro de internet! apareció tu hermoso relato, y hasta los comentarios.
ResponderEliminarGracias también por incluir a Mafalda y sus amigos que fuimos todos.
¿Sabías que tejer y texto tienen el mismo origen? Pues que has tejido con tu acostumbrada sabiduría y sentido de la belleza. Mi más cálido abrazo,...tejedora!
¡Pues menos mal que lo conseguiste, Juana! El Tintero y Locabajo no es lo mismo sin tu presencia, que lo sepas. Muchos hemos crecido con Mafalda, y aunque a veces es un poco enteradilla yo estoy enamorada de esa chiquilla ¡cómo no!
EliminarNo sabía que tejer y texto tienen el mismo origen, si me lo explicas, pues mira, una cosa más que aprendo.
Un abrazo tamaño XXL
Tejer y texto viene de la palabra latina "téxere" así como pretexto y contexto. También está relacionado con hilar. Posiblemente no me de la vida ni el conocimiento para hacerlo, pero desde que lo descubrí tengo la fantasía o intuición,-según quien lo diga- que quien comenzó a hilar-tejer en arena, hojas secas o lo que fuere, los sonidos con que su tribu se comunicaba, fue una mujer mientras tejía cestas de cáñamo o largas hojas de las plantas que tuviera a su alcance.
EliminarPor otra parte, gracias a una de tus respuestas me he enterado de que el habla de los argentinos, uruguayos, paraguayos, y hoy posiblemente de toda latinoamérica, se la debemos a los canarios llegados con la conquista. La gran dificultad ortográfica que hemos sufrido todos por la pronunciación con "s" de todas las palabras que se escriben con "c" o con "z" la heredamos de ustedes. A propósito:¿ sabes si el canario pájaro cantor, lleva su nombre por las islas Canarias, o es al revés? ¿Son los ciudadanos canarios muy cantarines?. Me gusta jugar y aprender con las palabras. Disculpa si me deliro un poco. Un abrazo lleno de cariño y admiración.
¡Jo, qué pasada de relato! Me ha hecho viajar en el tiempo total, como si estuviera ahí con esos niños jugando y enredando en la playa y luego con ese primer amor que nunca se olvida. 🥹 Es que tiene de todo: nostalgia, esa rebeldía de querer encajar sin dejar de ser uno mismo, y hasta el amor que aguanta los años y todo lo que venga, como una montaña 💪❤️. Y lo de la “z” en “braso” es un detallazo, que te recuerda a esa niña inocente y a la vez a la mujer fuerte que es al final. ¡Vamos, que me ha encantadoooo! 😍
ResponderEliminar¡Qué bien, Lucila! es un gustazo que haya conseguido meterte en la historia. Por cierto, al ser canaria, pronunciamos las ces y las zetas como si fueran eses, así que no cuesta más aprender la ortografía :)
EliminarA mi lo que me ha encantado es tu comentario tan espontáneo, espero que escribas algo para esta propuesta del maestro Delibes, compañera. Graciasssssssssssss
Tu relato me ha traído recuerdos, puede que seamos de la misma generación más o menos. Espero y deseo que el final sea ficción, aunque a veces, los textos reflejan la realidad o la disimulan. En todo caso, un abrazo!
ResponderEliminarPues un mucho de ficción y un poco de realidad. Si lo que escribimos o intentamos escribir, no tenemos experiencia de vida, de las alegrias y sufrimientos que esto conlleva, no podríamos prestar a nuestros personajes los sentimientos que se requieren para hacerlos más o menos reales, creo.
EliminarEn todo caso, ¡venga ese abrazo, Lady!
Ambas palabras y sus derivados como pretexto, contexto y textual, por ejemplo, vienen de la palabra latina "téxere" cuyo sentido era algo así como ligar, unir por medio de hilos- como la escritura de las palabras. No sé si me dará tiempo y cabeza la vida, pero tengo la gran tentación de llevar el texto escrito a su origen en manos de mujeres primitivas que tejían con lazos vegetales primero, y mucho después aprendiendo a usar la lana de los animales. No hagas caso, cuando me pongo a imaginar soy algo peligrosa.
EliminarHe leído en una de tus respuestas que viene de Canarias el habla que convierte la z y la ce o la ci en s. Pues, sospecho que la influencia Canaria en Argentina, Uruguay, Paraguay y luego extendida a toda latinoamérica ha de haber sido principalmente Canaria porque no sólo hablamos así, padecimos de los mismos despiste ortográficos que mencionas. Otro abrazo o abraso, lleno de cariño y admiración. Google me ha vuelto anóníma otra vez, pero sigo siendo Juana.
Gracias Juan. Esta mañana acudí a "Joan Coromines" y su breve diccionario estimológico, que ríete de lo "pequeño", pues pesa un quintal el libraco, y no me sacó de dudas sobre el texere y el texto, así que es un lujazo aprender de vosotros, queridos compañeros.
EliminarPues sobre el acento canario tenemos mucha influencia de países latinoamericanos, nos parecemos muchísimo a los venezolanos sobre todo en la manera de hablar, de hecho hay una gran "colonia" de canario por esas tierras, y creo que ustedes (usteamos el plural de tu), nos han prestado muchas palabrejas y viceversa. ¡Viva la diversidad!
Un abrazo con ese, querida Juana.
Todos vamos aprendiendo de todos, como debe ser. Me has "desasnado" respecto de las Canarias y el origen de su nombre. En cuanto al cantar... debemos estar hermanadas también en es. En mi familia hubo excelentes músicos y muy buenos cantantes, pero yo... ni en la ducha! ¿Achuchones dicen ustedes? Pues achuchones. entonces
EliminarUn "braso" el tuyo, poderoso y mágico, sin duda! Como el final de la historia que nos has soltado, así de golpe y sin avisar! Me ha gustado mucho el tono de la historia y por supuesto también el fondo! Un abrazote Tara y mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminarGracias Marifelita. El tono es importante ¿verdad que sí?, me alegra que lo hayas percibido, es como escribir desde lejos, como si la cosa no fuera contigo, especialmente cuando hay problemas, me refiero a la última parte del relato. Sin dramatismo pero con sentimiento, no sé si me explico. A lo Bretch que dirían los que saben de estas cosas del escribir.
EliminarREPONDIENDO A JUANA sobre los canarios y el origen del vocablo canario...
ResponderEliminarPues al parecer nada que ver con los pajaritos, ya desde el siglo el tal Plinio el Viejo narró una visita de no recuerdo que rey a las Canarias, durante la cual se había sentido asombrado por la gran cantidad de perros que allí había. El rey, que había regresado a su tierra con una pareja de estos perritos, denominó a ese lugar Insula Canaria, en latín, ‘isla de los Canes’. En la catedral de Gran Canaria (gran Can, perro grande) hay dos ejemplares de piedra en la plaza de dicha catedral, y como no me quiero enrrollar pero el tema me pone mucho, igual que a ti, Juana, tus mujeres tejedoras, te diré someramente que durante el tiempo de la conquista a la llamada latinoamerica coincidió casi con la conquista a Canaria, por lo tanto los aborígenes canarios eran esclavos también, no formaron parte de la conquista sino que fueron víctimas de ella. Me refería en el primer comentario, a la guerra civil española y la emigraciónmasiva de canarios a esa tierra, por hambruna, por la guerr,a por ideas opuestas al régimen franquista. ¡Y qué cosa! ahora son muchos de ustedes los que vienen a España (y a Canarias), por ejemplo los venezolanos. Intercambio de papeles.
No soy historiadora aunque me interesa este tema, y qu eno me quiero enrrollar para no cansarte y cansaros. Solo era un apunte a lo que me decís de los cánoros, que por cierto, los canarios cantamos muuuy bien (menos yo, que tengo un oído pésimo) jjj
EL ME
Hola Isabel. La naturaleza particular canaria, con sus limoneros, mangos y aguacateros, no podía faltar en este reto. Nos traes un relato acerca del despertar de la adolescencia, de esos niños que ya no lo son tanto y que comienzan a experimentar de la forma más natural entre esos paisajes que, a fuerza de ser testigos del despuntar de los sentimientos, formarán ya siempre parte de sus recuerdos. La niña saca su carácter con ese zuéltame el braso, a pesar de que el chaval le gustaba y seguramente ese primer contacto dejó un recuerdo de cierta intimidad en ambos. Como dices en el cuento, las cosas del género antes se trataban de otra manera, o el chaval terminaría denunciado por acoso y esa historia de amor nunca se hubiera producido, que nunca falta quien intenta demonizar las cosas más naturales. Aparecen en el relato otros rasgos típicos de esas edades, como la necesidad de encajar en el grupo (aunque sea a costa de suspender a posta) o la romantización del amor y su traslado al campo de lo platónico, algo que los adultos seguimos empeñados en hacer aun cuando la vida se haya encargado de aleccionarnos a base de desengaños. Toda una vida que termina con ese apoyo mutuo que sobrevive al paso del tiempo, una historia que comenzó entre limoneros, mangos y aguacateros. Un abrazo, Isabel.
ResponderEliminarMil gracias, Jorge. Ya leí "El dulce influjo de la luna" y es espectacular en el sentido de que se rige por el modo de escribir, sobre todo en "El camino" del maestro Delibes. Ya te comentaré con calma, pues me ha gustado mucho tu trabajo.
EliminarUn abrazo, Jorge.
Qué pequeña gran historia… se hace super entrañable. Me ha parecido notar la influencia de Delibes (aunque es 100 por ciento tú) en ese desarrollo de las pequeñas cosas de la vida, dotándolas de intimidad, de los sentimientos francos del personaje, como si alguien, directamente, nos hablara, sin un intermediario llamado escritor. Y eso es un logro que sólo los grandes escritores tienen: camuflarse para dar autenticidad.
ResponderEliminarEl final cierra a la perfección; esos con o sin letras me ha encantado: el camino fue y será por sí mismo. Cuánto dice... Precioso y en tu estilazo.
Un abrazo! :)
Me encanta tu comentario, Maite, pues eso pretendía, y aunqu eno podemos compararnos con "el maestro Delibes", su influencia al leer y releer "El camino", está presente, desde luego. Te agradezco mucho, Maite. Un cariñoso abrazo y hasta pronto.
EliminarHola Isabel, la verdad es que tenía muchas ganas de leerte en este reto y no me has decepcionado. Tú escribes super bien y hay muchas cosas que aprenderte. Me encantó el ritmo del relato, la forma cercana en la que lo has relatado, sin artificios. El final es buenísimo y creo que nos agarra por sorpresa a todos. Me encantó. Ana Piera.
ResponderEliminarGracias, Ana. Aprender aprendemos todos de todos. Que me digas que te ha parecido un relato sin "artificios", es lo mejor que me pueden decir, pues traté de simular al maestro Delibes en ese sentido, aunque, desde luego es insuperable.
EliminarTengo que sacar tiempo para leeros a todos, tengo una semana complicadilla, pero estoy deseando leerte, Ana. Des que pueda allá que voy :)
Una historia que encierra cierta magia, esa de la infancia que se vive en un pueblo, rodeados de campo, la inocencia infantil, el paso del tiempo, la vida en sí misma.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Saludos.
PATRICIA F.
Hola, Isabel. Hoy me ha dado por mirar mi casi olvidado blog y me encuentro con tu entrada que no me he resistido a leer. Una joyita que, como siempre, me causa envidia. Eres única. Ya veo que sigues acumulando Tinteros. A veces me dan ganas de retomar mi participación pero una vez que lo dejas (ya va para dos años), es difícil la reentrada. Ya veremos porque estoy inmerso en otros proyectos. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buen final, Tara.
ResponderEliminarAl leerse historias que casi siempre acaban en un punto intermedio, no solemos pensar en el ¿y qué pasó después?
Dejamos de ser jóvenes, y enfermos o no, al fin se nos acaba el tiempo. Triste pero verdadero. Todo se marchita. Pero qué bien que su amor haya llegado hasta ahí 🌹
Hola Tara un relato muy completo. Desde la niñez a una madurez con los caminos , recodos y algunos atajos de la vida. Me ha gustado un montón. Un abrazo.
ResponderEliminarGRACIAS PATRICIA. La vida en sí misma, es cierto. Pronto iré a leerte, compañera.
ResponderEliminarISAN, ¡Qué bueno saber de tí!, ¡ojalá te animaras de nuevo a compartir algún relato en nuestro/tuyo Tintero. Escribes muy bien, y es una pena que no te podamos leer tus compañeros. Un abrazo y mil gracias.
DE LA FLOR... sí que es raro que un amor permanezca de por vida, a veces ocurre el milagro, y otras muchas veces es aconsejable seguir caminos separados ¡quién sabe! Gracias, compañera. Un abrazo.
ES OTRA GRANADA, muchas gracias, no recuerdo si te he leído alguna vez, ya miraré si has aportado algo para este reto. Un abrazo y hasta pronto, espero.
Hola, Tara. Tu relato es muy bonito y evocador, no solo del ambiente rural, sino a la vez de aquellos años de adolescencia y esos primeros amores que todos hemos vivido. Está muy bien escrito y bien medido, con un final que sorprende y emociona, y con ese estilo directo que recuerda a Don Miguel, como si estuvieras escribiendo una carta a cada lector. Cercano y sin zarandajas ;)
ResponderEliminarEnhorabuena. Un abrazo y suerte.
Muchñsimas gracias, Enrique. Eso intenté, un relato directo sinolvidar las emociones. Suerte para ti también, escritor.
EliminarHola, Isabel. Precioso viaje de idea y vuelta al amor de la protagonista, con todas las letras del abecedario y cuantas zarandajas lo señalen. No se si es mejor ser o no ser una tangente pero sí se lo importante que es poder agarrar del brazo al "niño del flequillo" que todos hemos tenido alguna vez.
ResponderEliminarUn abrazo enorme. Te deseo lo mejor en el concurso.
Gracias, Bruno. Yo también te deseo surte a ti, un gran relato, así que seguro segurísimo, la tendrás porque tu historia la merece.
EliminarHay varias cuestiones que tiene tu relato.
ResponderEliminarTiene sentido que el represor sea un envidioso resentido, que prohibe, reprime todo lo que no puede experimentar, por su persona. Ni siquiera requiriendo una ayuda sobrenatural, milagrosa.
El tema de que se considere ejemplar tener la preferencia del director y demás. Puede ser una rebelión el negarse a la adulación, aunque cueste algunos retos.
Y para destacar, como aspirante a historietista, agradezco la mención a Quino y a sus memorables personajes. Como comentás, tienen sus personalidades perfectamente diferenciadas. Un detalle curioso es que Felipe se basa en un amigo de Quino.
Muy buen aporte. Un abrazo.
Hola de nuevo, Demiurgo. Debo estar espesa esta tarde. Explícame, si tienes tiempo y ganas, el tema de la rebelión ¿de la niña te refieres?...supongo que sí, sobre que cueste algunos retos ¿a qué te refieres?. Desde luego, ser director y tener preferencias era de cajón, y la manía que le pillábamos el resto de la clase al empollón preferido.
EliminarQuino es un crac, no solo en Argentina, en todos los rincones del universo que concemos al pedazo artista gráfico.
Abrazo fuerte.
Con la rebelión, me refiero a que la niña pronunciaba mal las palabras, a propósito, para no ser la preferida del profesor. Y así integrarse al grupo, aunque no fuera el mejor.
EliminarLo de llamar al padre no fue una forma de elogiarla, claramente. Está claro que fue una desaprobación del director. Y en cierta forma, lo fue la decepción del padre de laa niña
Muy de acuerdo con respecto a Quino.
Un abrazo.
Ya te entiendo. Lo de integrarse al grupo es un modo de supervivencia. Solo los muy fuertes son capaces de vivir fuera de la norma, y al fin y al cabo, la niña de mi cuenta solo era una niña. Yo la entiendo.
EliminarGracias por responder Demiurgio.
Un retrato perfecto de una época , con un paseo por multitud de situaciones que nos llevan a ese final tan bien construido .
ResponderEliminarQue nostalgia de aquel examen de ingreso para entrar en bachiller, que nervios pasábamos y que alegría al conseguirlo . Una generación de muchos sinsabores que supo superarlos como le pasó a tu protagonista.
Un abrazo Isabel
Puri
Siiii, Puri, el ingreso a bachiller daba muchos nervios. Yo fui de COU, casi casi de PREU (esto solo lo entendemos los de una determinada generación jeje)
EliminarNos has regalado un relato brillante, Isabel. Me ha encantado.
ResponderEliminarNada hacía presagiar el modo cómo finaliza la historia. Le has dado un giro magistral. Felicidades y mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Muchísimas gracias Estrella. Desde que inicié el relato sabía que quería terminarlo así, aunque no quise apretar la tragedia, el chico del flequillo seguro que se cura, eso espero.
EliminarEl final inesperado. Mucha suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias Guille. Un abrazo.
EliminarHola, Tara. Una delicia leer esta historia tan tierna y con un brillante final.
ResponderEliminarUn abrazo
Te agradezco tu comentario, Mirna. Un abrazo grande.
EliminarHola Isabel, volverás por aquí? Quería contarte que no cambié inmediatamente el título de mi relato por las fechas de concurso. No quería confundir a los compañeros, pero después del 30 se llamará El Torreón del Viejo, tal como conversamos. Gracias otra vez. Un abrazo
ResponderEliminar¡Ay Juana!, no me hagas mucho caso, lo importante es que a ti te guste el título, aunque "El torreón del viejo" me parece más sugerente.
EliminarMejor te pongo esto en tu casa, por si no pasas por aquí.
Hola, Tara, de que manera tan así como quien no quiere la cosa, nos has contado la vida de tu protagonista, desde el final de su niñez hasta la madurez. Una niña, luego muchacha, y al final mujer. Que después de muchos años, por carácter entre testarudez y tenacidad de perro de presa, quien la persigue, la consigue.
ResponderEliminarAdemás, hay un detalle que intencionado o no a mí me ha parecido acertado y es la aceleración de la historia al ir creciendo la protagonista. Pasa con la edad, de niños el tiempo parece ir más despacio que de adultos y ya en la madurez los años parecen tener solo cuatro meses, uno por estación; o eso me parece a mí.
Saludos y suerte.
Bueno, es difícil resumir una vida en 900 palabras. Hice lo que pude.
EliminarUn abrazo, JM, que por cierto, cada vez me sorprende más y más tu manera de escribir.
Isabel has recorrido un camino en el recuerdo de tu infancia y adolescencia y con el paso de los años, nos has hecho recordar mis recuerdos.Tiempo sin leer y sin escribir me hacen mas pobre. Pero es que no tengo nada de tiempo y encima desde que a mi hijo mayor le dio un ictus, mi desanimo me han disminuido mis capacidades. Aparte mis problemas de salud me tiene ocupada y preocupada. Un abrazo.
ResponderEliminarSiento mucho, Mamen, que tu salud y la de tu familia te impida escribir y compartir. Te deseo una pronta recuperación, y también te digo que escribir y leer es una terapia que no sé si espanta todos los males, seguro que no, pero ayuda a menguarlos, lo sé por experiencia propia. Te animo, querida compañera, a seguir escribiendo y te doy un abrazo gigante cargado de esperanza y cariño.
EliminarVengo a felicitarte, no por el puesto, pues merecería mucho más en mi opinión, sino por la calidad de este trabajo precioso que por sí solo ya habla de tu talento narrador. También agradecerte el animoso comentario "abrillantador" ;) que me dejaste en su momento, el cual me dejó tan feliz...
ResponderEliminar¡Un beso enorme con mi admiración! :)
¡Gracias guapa!
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