—Buenos días —saludó el joven mirando de reojo la estola de piel del pobre animal con ojos de cristal y pequeñas garras que tenía la anciana rodeando su cuello. —¿Piso?
—Diez. ¿No deberías subir por las escaleras, chico? A los repartidores y personal de servicio no deberían permitirle el uso del elevador. Tiene casi dos siglos, es una reliquia.
—No he visto ningún aviso que lo prohíba.
—Ni animales ni repartidores, y no necesariamente en ese
orden.
—Si los perros y sus dueños son educados no veo el
problema.
—¡Ni hablar!, el dichoso gato de una vecina arañó el asiento de terciopelo, ¿no lo ves rasgado por
ese lado? —señaló la anciana elevando la voz.
—Cálmese señora.
—Si mi marido viviera sabría ponerte en tu sitio. Seguro
que además eres rojo... porque tú no crees en Dios ¿eh?, ¿EHHH?
—¡Señora!
—¿Quién me dice a mi que en ese paquete no llevas una
bomba?, en este edificio viven muchos militares y gente de orden. ¡ANARQUISTA!
¡ATEO! —chilló la anciana enarbolando un
dedo delante de la cara del joven.
Por un momento, el repartidor imaginó lanzar una
patada a la nuez de la mujer a ver si de una puta vez se callaba la boca.
Undécimo piso, parpadea la luz del ascensor. La anciana
sale de él recolocándose su estola.
Una pareja encuentra al repartidor muerto en el
ascensor. Le faltan los ojos. Tiene la
cara plagada de pequeñas mordidas, como si una alimaña lo hubiera atacado.
Todo un giro argumental.
ResponderEliminarBien planteado.
Un abrazo.
Graciassssssssssss
EliminarDuda gramatical en la última línea del micro...
ResponderEliminar¿lo hubiera atacado?
¿le hubiera atacado?
¿Le hubiese... lo hubiese?
Según mi amiga Irene, profesora de Lengua, ambas formas son válidas, aunque la más correcta sería «Lo hubiera atacado». La otra forma se considera leísmo aunque sea admitida.
EliminarPues así lo dejo entonces. Gracias Rosa.
EliminarVaya con los repartidores uno nos sale un borde y esté es tan apocado que se deja despellejar por una anciana. Siento no poder ayudarte con la duda, pero a mi me suena mejor "le hubiese".
ResponderEliminarBuen finde.
Gracias Ángel, buen finde para ti también.
EliminarA mí las estolas hechas de animales muertos siempre me dieron mucho repelús. En este caso, además, parece que es capaz de cobrar vida, je,je.
ResponderEliminarLa intolerancia no tiene límites, incluso dentro de un ascensor tan viejo como algunos de sus ocupantes.
Muy buen relato. Creo que el tema propuesto por David te ha inspirado mucho, ja,ja,ja.
Un abrazo.
A mi tampoco me gusta esos bichos Josep. Aunque somo un poco hipocritillas, mientras no se vea la cabeza del animal... ej: cerdito rosado reposando en bandeja con manzana en la boca, y un largo etc... somos capaces de no ver cadáveres sino alimentos. ¡Ay que me voy del tema...!
EliminarGracias Josep.
Le has dado una nueva visión muy interesante al relato de Matilde. Un repartidor muy distinto al otro.
ResponderEliminarUn beso.
Quise cambiarle el final, aunque el de Matilde me encantó como lo resolvió.
EliminarGracias de nuevo, Rosa.
¡AY, madre, con la viejecita! No te puedes fiar de nadie. Tenías que haber visto el respingo que he pegado. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso
Si es que no te puedes fiar ni las dulces viejecitas, aunque esta era más bien una bruja.
EliminarUn beso Ana.
Vengo de leer el de Matilde y me has sacado más de una sonrisa, Isabel. Muy bueno. Es difícil eso de coger personajes de otros y darle su propio toque, pero claro, tu eres una maestra en esto, y seguro que te has divertido mucho escribiéndolo. Se percibe esa divertimento.
ResponderEliminarMuy bueno, Isabel.
Un abrazo!
El mérito lo tiene sobre todo Matilde, que, salvo el final, me dio la historia masticada.
EliminarMuchas gracias, Pepe. ¡Abrazosss!
Esa viejecita es un peligro .
ResponderEliminarUna versión diferente y muy entretenida.
Un abrazo Isabel
Puri
No me fio un pelo de las viejitas dulces jeje, a las gruñonas al menos se las ve venir, aunque con esta del cuento me pasé un rato :)
EliminarGracias Puri
Esa vieja es un peligro, pero para la humanida :-)
ResponderEliminarBien por ese ritmo del diálogo. Un abrazo
Desde luego, y a su "animal amaestrado" también.
EliminarGracias Albada. Un abrazo, compañera.
a la vieja la imaginé con la cara de la exaltada del vídeo
ResponderEliminarhttps://youtu.be/zFS_FamZNoA
Hola Isabel,¿y a esa señora nadie la muerde?, está claro que el repartidor ni se le ha pasado por la cabeza usar sus artes marciales con ella. Qué giro le has dado a la historia, compañera. Ambos necesitan terapia transgeneracional. A ver de dónde vienen; qué creencias y valores arrastran. Me da pánico tanto el joven repartidor en el relato de Matilde como la anciana retro en esta historia. Y sobre todo, por los tiempos que nos corren, y no precisamente paquetes de Amazon-ia. Muy bueno tu micro. Un abrazote.
ResponderEliminarYo creo que si la muerden se envenenan de pura maldad.
EliminarGracias, Eme. Un fuerte abrazo.
Hola de nuevo, Isabel. Muy buena tu “otra visión" de la historia de Matilde. Desde luego, en ambas ocasiones la anciana es de armas tomar y aquí vemos la clase de persona descentrada que es.
ResponderEliminarMuy buenos los diálogos. Enhorabuena.
¿Descentrada...? Está más pallá que pacá. Pues mira que hay ancianas de este tipo, en relación con el carácter y sus inamovibles y verticales ideas, aunque no tanto como la de mi cuento, claro.
EliminarGracias Bruno. Hasta pronto.
Hola Isabel. Paso a leer tu segundo aporte antes que el primero, jeje. Un giro inesperado el que le das al relato respecto al aporte de Matilde, con intercambio de cadáveres y un gato que esta vez si aparece en el relato. ¡Que cascarrabias la señora! Llegando al final me preguntaba donde estaba el cadáver, pero finalmente, como no podía ser de otro modo, apareció. Un abrazo.
ResponderEliminarEn general, los ancianos no suelen tener filtro a la hora de soltar lo que piensan, pero esta se le pasó la mano de cascarrabia. jeje
EliminarUna vuelta de tuerca al relato de Matilde. Esta versión es terrorífica. Y el karateca estuvo lento. Un abrazo, Isabel.
ResponderEliminarSiiii muy lento. Gracias Pedro.
EliminarJa, ja, ja.... Isabel me ha encantado el giro de tuerca que le has dado al texto y cómo has visualizado a la viejecita que, ahora que no nos oye nadie, no tiene nada que ver a cómo yo había visualizado a mi anciana. Muy interesante esto de ver el universo que una ha creado en la mente de un compañero. Te agradezco que hayas elegido mi relato para realizar este ejercicio que, por cierto, te ha quedado con mucho gancho en lo creativo, como la cruz de la moneda o algo así... Muchas gracias, Isabel, de verdad.
ResponderEliminarEspero no haber desvirtuado demasiado tu estupendo micro, Matilde.
EliminarGracias a ti por escribir como escribes.
Hola tocaya , muy buena las dos versiones , total mueren los dos aquí muere el repartidor y en el otro la malvada ancianita , muy buenas noches besos de flor.
ResponderEliminarMuere hasta el apuntador.
EliminarGracias Flor.
Ufff, vaya giro le has dado a la historia, me ha encantado, por lo visto la estola cobra vida.
ResponderEliminarUn saludo Tara.
Es que no te puedes fiar de alguien que lleva un animal muerto (o vivo) sobre los hombros.
ResponderEliminarMuchas gracias Dakota. Hasta pronto.
Esto es lo que se llama un giro de 360º grados. donde el agresor de la primera historia, se convierte en víctima.
ResponderEliminar¡Que asco que le he cogido a la vieja!
Un abrazo.
Es una vieja odiosa, me alegra que le hayas pillado coraje, de eso se trataba. Un fuerte abrazo, amigo Francisco.
EliminarInsospechada dama, que disecada por loa años, guarda sus viejas mañas.
ResponderEliminarSaludos.
jeje buena definición de la insospechada. Gracias Guillermo. Hasta pronto.
Eliminar¡Realmente genial! ¡No me esperaba ese giro argumental para nada!
ResponderEliminarBuen relato.
Un saludo.
Hola de nuevo Cynthia. El relato de Matilde fue inspirador y me dio la idea.
EliminarDios... menudo final explosivo y terrorífico. La señora pensó de todo acerca del repartidor pero la mala o bruja o qué sé yo era ella. Un final pertubador, sí señor.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola de nuevo JM. Para la bruja del ascensor me imaginé el careto y la exaltación de esta señora del vídeo:
Eliminarhttps://youtu.be/zFS_FamZNoA
¡Hola, Isabel! No sé si me da más miedo el repartidor de Matilde o la anciana de tu microrrelato. En todo caso, espero vivir bien lejos de los dos, ja,ja.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el micro! Un abrazo desde la Buhardilla de Tristán.
Hola de nuevo, Javier. La verdad es que vaya dúo el repartidor de Matilde y la bruja de mi ascensor. Gracias y hasta pronto.
EliminarHola Isabel. Que señora tan malvada! Desde que salió en el ascensor de Matilde me pareció muy cruel. Ahora tu relato confirma mis sospechas. No me gustaría conocerla... es de terror. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarMala malísima, es verdad, Rosa.
EliminarUn abrazo.
¡Hola, Isabel! Desde luego que lo de vieja arpía en este micro sería literal, ja, ja, ja... Estupenda reinterpretación del de Matilde. Un abrazo!!
ResponderEliminarMatilde tiene la culpa :)
EliminarHola, Tara. Vaya, me gusta la vuelta que le das a la historia, aunque me lo has puesto difícil para darle otro giro más, pero algo me saldrá ahora que he retomado mi particular reto de los muertos del ascensor.
ResponderEliminarSaludos
Hola JM Mira que te gusta retarte a ti mismo, compañero. A ver que se te ocurre, avísame ¿eh?
EliminarHola, Tara, las dos tuyas aparecen en la tercera entrega recién publicada. Espero que los giros sean de tu agrado y, mis errores gramaticales, no demasiado molestos.
Eliminarhttps://jmvanjav.blog/2022/07/14/microrretos-un-cadaver-en-el-ascensor-mis-replicas-a-los-companeros-iii/
Saludos